¿Y si es peor el remedio que la enfermedad?

 

Por Juan José Guaresti (nieto) *//

En la Argentina en 2019 hubo 33.000 muertes por gripe y neumonía, el dengue hace estragos  en el norte argentino empezando por Corrientes y ya ha llegado a las inmediaciones de esta capital, los accidentes de automóvil cobran unas 20 vidas por día, algo así como 8000 por año, sin contar heridos y daños materiales, una mujer por día muere por feminicidio, los asaltos seguidos de muerte en esta Capital y Gran Buenos Aires, son numerosísimos y en las aceras de Buenos Aires, especialmente los barrios céntricos, duermen familias y grupos en imposibles condiciones de higiene que deben ser portadores o transmisores de cuanta enfermedad exista.

Por estos males concretos nunca se han suspendido clases, ni reducido a casi nada al Poder Judicial, ni desalentado el turismo ni las actividades comerciales o industriales. El campo siguió su tarea infatigable, lo mismo que los medios de transporte

Estos morbos están aparentemente enquistados en la sociedad argentina y se hace muy poco para enfrentarlos. En enero apareció el corona virus, una nueva enfermedad en la China y luego en Europa principalmente en Italia.

Según las estadísticas de origen chino e italiano que conocemos esta enfermedad puede afectar con efectos mortales principalmente a personas varones de 75 o más años que tienen enfermedades graves  preexistentes. El “tsunami” de 2004 ocasionó unos 224.000 muertes pero no importó mucho a los que no fueron alcanzados.

Es riesgo – La vida es riesgo. Hay que asumirlo. Los gobernantes deberían saberlo como deberían saber que asustar a la población es algo que está vedado a los estadistas en serio. El pánico que se ha generado en nuestro medio seguramente va a traer más muertes, más hambre, más enfermedades, más pobreza que si se hubieran tomado callada y cuidadosamente las medidas preventivas realmente necesarias. Si no se trabaja vamos a desarticular el proceso productivo …y eso no es bueno para conseguir lo que necesitamos para  vencer la enfermedad  de la cual hablamos… que no es la única que padecemos.  Suprimir la concurrencia a lugares donde están muchas otras personas implicaría cerrar empresas cuya producción es imprescindible, como los lugares de comercio masivo, el Banco de la Nación, el Banco de la Provincia de Buenos Aires, los remates de hacienda, la concurrencia a los templos de la religión que fuera. los espectáculos deportivos  que alegran a la población  o cines, teatros, las sesiones del Congreso y las legislaturas provinciales, el Departamento de Policía, el Regimiento de Patricios y el de Granaderos, etc. etc. Es peor el remedio  que la enfermedad

Un eminente científico argentino Daniel Stamboulian(2) dijo el 16 de marzo en televisión  algo muy alentador: Que tenía la esperanza que en un par  de meses terminara todo.  Esa afirmación en un hombre de sus quilates intelectuales, no es la esperanza que todos tenemos. Es la manifestación  de un sabio prudente que sabe porque lo dice.

(ver nota completa en www.laprensa.com.ar) 

*// Juan José Guarest i(nieto),economista y abogado

(2) Daniel Stamboulian:  médico infectólogo argentino

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