Historia de repatriados al Paraguay

El 26 de junio una familia paraguaya –que vivía en Hurlingham- fue repatriada a nuestro país mediante los buenos oficios de la “Asoc. Paraguaya de Hurlingham, Niños Mártires de Acosta Ñú”, de esa localidad y la invalorable gestión de Secretaria de Desarrollo para Repatriados del Paraguay a través de su titular, Ministro Samuel Elías Lugo.

Nos cuenta Estanislao (Pili) Romero Alvarenga, presidente de la Institución de Hurlingham, que se puso en contacto con él, el Sr. Juan Ramón Rojas, quien le solicita por nota, ayuda para regresar al Paraguay, junto con su esposa y cuatro hijos, porque no tenía trabajo fijo, que vinieron a Bs. As. porque unos amigos le ofrecieron casa y trabajo, razón por la cual, vendió lo que tenía para financiar el viaje familiar y que, llegado a destino, se encontró con NADA.

Ellos vivían un una casa de alquiler (una pieza de 3 x 3 mts.), sin cama, sin cocina y ningún electrodoméstico, donde convivían todos y cuyo costo era de $ 450 (pesos cuatrocientos cincuenta) por mes, importe que a duras penas lo pagaba con las changas que realizaba, pero que no le alcanzó para pagar el último mes, por lo que fue desalojado de su vivienda.
Y mientras se concretaba el envío de pasajes de la Secretaría de Repatriados, esta familia pudo sobrellevar su vida gracias a la solidaridad de los vecinos.
Finalmente, el 26 de junio, desde la estación William C. Morris partieron hacia la estación de ómnibus de Retiro dónde abordaron un ómnibus de la empresa La Encarnacena, para hacerlos llegar a su destino definitivo. En Asunción fue a recibirlo personalmente el Ministro de Repatriados, quien lo conectó con un organismo social para que lo ayude en sus primeros pasos de reinserción laboral y asistencial a toda la familia.

Pili Romero Alvarenga (parado, a la izquierda), acompañando a la familia en la Estación de tren William C. Morris
Pili Romero Alvarenga (parado, a la izquierda), acompañando a la familia en la Estación de tren William C. Morris

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En su equipaje llevó una enorme carga de ropas donadas que –según sus expresiones- los iba a vender para comprar algunos tirantes para construir una pieza en el terreno del hijo mayor quien le dijo: “ejú jeynte, ko’ape che rú jajogapó jeyne vaerã ningo oñondivepá” (volvé nomás querido papá, aquí podemos reiniciar nuevamente la construcción de una casa, todos juntos, en familia).

Antes de partir preguntó si también sería posible que pudiera llevar entre tanta carga algunos rollos de alfombra usada que le regalaron, que según él le servirían para cubrir dos paredes de la futura “construcción”.Esta descripción nos da una ligera dimensión de la cruda realidad que vive nuestro compatriota, hecho que nos conmueve y nos compromete aun más a ser solidarios.

Aunque parezca increíble hay muchos casos similares entre nuestros compatriotas que vienen a la Argentina con promesas que no se cumplen. Y si bien -en teoría- la solución debería venir del Estado paraguayo, en la práctica son las Instituciones paraguayas las que se ocupan de resolver este tipo de problemas. Lo cual denota la importancia de esos centros organizados en la atención a nuestros compatriotas en desgracia.

La verdad sea dicha, en este caso específico fue decisiva la intervención de un organismo gubernamental del Paraguay: la Secretaria de Repatriados que, pese a su bajo presupuesto proporcionó los recursos para aliviar este drama familiar.

Esperemos que en el próximo presupuesto que se envíe al Congreso Nacional para su aprobación, aumente los fondos de dicho organismo, de forma tal de ampliar la ayuda para los “paraguayos de afuera”.
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