Venezuela y el Mercosur: ¿Dignidad o pragmatismo?

Jorge Rubiani – jrubiani@click.com.py

Uno de los papeles más importantes que algunas veces hay que representar, es el del tonto. Juan Manuel de Rosas.

Los debates en los que se dirimió la cuestión Venezuela y el Mercosur, demostró que la excusa militar de la «obediencia debida» se extendió al Parlamento, recinto en el que la libertad de pensamiento y las decisiones soberanas, debieran ser la norma.

venezuela mercosur eRetornaron por ende, los tiempos en que la voluntad del Ejecutivo resonaba, nítida en el vetusto Cabildo, asiento de la actividad legislativa de entonces. Frente al fenómeno, facilitado hoy por el celular, sería completamente ocioso el intento de rescatar elevados conceptos en los que se fundara la medida. Especialmente de quienes fueron abruptamente «convencidos» a emitir el voto favorable, aunque el mismo era ya cantado con ritmo de joropo venezolano, en la semana anterior a las sesiones.

Por encarar un comentario sobre lo finalmente resuelto, deberíamos recordar algunas de las frases gastadas en las sesiones de ambas Cámaras, especialmente en la del Senado: «letanía patriotera», «dignidad trasnochada», lo «conveniente» y «pragmático» para nuestro país, además de la necesidad de hacer primar lo «político sobre lo jurídico».

Para comenzar con lo primero, es obligatorio apuntar que letanías -patrioteras y de las otras- son precisamente las del Sr. Maduro y sus huestes; como lo fueron en su momento las de Stroessner y las suyas… con distintos niveles de delirio. Y se debe simplemente a que las evocaciones a la patria o los héroes, han sido siempre recursos retóricos de cuanto entorchado autoritario quisiera hacerse del poder, o mantenerlo. Sin ir muy lejos, lo mismo hizo el Sr. Hugo Chávez cuando se auto-proclamó sumo sacerdote de las ideas de Simón Bolívar, nada menos.

Pero el momento en el casi se agrietaron las paredes del edificio, fue cuando se habló de «dignidad», palabra de elástico significado en el Parlamento. Pues algunos acusaban a otros de «vender la dignidad del país» y éstos se defendían alegando que la exhibición de una «dignidad trasnochada», no favorecía el desarrollo de una «política exterior pragmática».

Honor, Dignidad o Patriotismo –cabe mencionarlo- no son monedas de curso fácil en el simplificado mundo de la pragmática política. Sin embargo sirven y han servido siempre para otorgar valor y trascendencia a los hechos. Y a veces también fueron útiles para conceder una relevante proyección de quienes sin mas virtudes, salvaron con aquellas su responsabilidad y compromiso ante la Historia.

En cuanto a someter lo jurídico a la supremacía de lo político, la aberración sólo cabe en mentalidades subdesarrolladas que juegan a ser estadistas. Y para no abundar en apelaciones a la bibliografía profesional y a la jurisprudencia, podría mencionarse un claro ejemplo: en el año 1865 y frente a la decisión política de eliminar al Paraguay del mapa de América, se patentizó dicha voluntad con un instrumento jurídico, el Tratado Secreto de la Triple Alianza. Un vistazo a la historia de los pueblos y veremos 100 ejemplos parecidos; y nada como hasta ahora: que lo Jurídico se arrodillara ante lo político.

De todo lo debatido (¿?) en ambas Cámaras puede extraerse finalmente una conclusión útil: que los pueblos saben poco de su historia y nada de las presuntas afinidades ideológicas entre pares o impares del Mercosur. Y estas cosas suceden porque la naturaleza humana tiende más «a querer comprender que a querer saber». De lo que resulta que la asociación de los tiranos con el pasado heroico no reflejan un contenido ideológico, sino son simples expresiones de afinidad o simpatía entre quienes no tienen mucho en común… salvo los enemigos comunes. Lo que puede reconocerse fácilmente por la generalizada retórica «anti imperialista» en el sector bolivariano, junto a los uniformes y los gestos correspondientes.

Tampoco tuvieron en cuenta los señores parlamentarios, que los paraguayos valorábamos la comprensión y solidaridad manifestadas hacia nuestro país -de parte de cualquier perfil ideológico- cuando sufríamos una de las peores dictaduras de la región; complacida ella en presentarse como «la democracia sin comunismo».

Exactamente como hace ahora el canciller heredero Nicolás Maduro cuando quiere prescindir de sus adversarios adjudicándoles el mote de «fascistas». En vista de lo cual, una solución salomónica, pragmática y digna de una criollísima partida de truco, hubiera sido que el Congreso Paraguayo, adoptara una resolución como la siguiente: «Se aprueba el ingreso de Venezuela al Mercosur, una vez que este país retorne a la democracia»

De paso, damos una lección a los que olvidaron el significado real de este vocablo.

 

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