Mba’etekó los perros

 

Rafael Luis Franco

Cuando haya sangre en las calles, compra propiedades”.

Nathan Mayer Rothschild

Recuerdo este viejo saludo, muy común entre mis amigos y un querido vecino en especial, que siempre saludaba así al llegar; y entre otras de sus particulares expresiones estaba “cagó fuego”, esto decía cuando algo salía mal, si falleció algún conocido o si se le acababa la cerveza.

Así acostumbrábamos, los de mi generación, a llamarnos; también todos éramos “socios”; y había otro término algo más nuevo, que sin dudas provenía de la influencia de las películas mexicanas: “cuate” que derivó hoy en “kape”. También estaban los marcantes, que algunos no eran nada agradables, y como recordarán se daba a cada uno ya sea por su fisonomía o característica personal; así recuerdo a Yarará, era uno que cuando bebía mucho se ponía malo; Yakaré kaigüé, que llevó a su casa una chica y se quedó dormido y los “perros” vieron cuando a la mañana sacaba a la joven; no faltaban los Mbopí, Caí, Mbarakajá, Kururú, Akaé, etc., y el más feo que escuché fue Kuré kachí, este era uno que cada tanto venía a jugar a nuestra canchita, y la verdad que era feo.

Pero me quiero concentrar en los “perros”, o la “perrada”, que actualmente veo está muy agitada y ladra por cualquier cosa, con justa razón seguramente; ya que en la función pública abundan los manguruyúes, pirá cambó y pokarẽ, que nunca faltaron pero ahora son más numerosos y descarados; y en buena hora que llegaron las redes virtuales, que si algo sirve es para pescar a estos.

Es evidente que esto produce en el Paraguay crispación política, además son tan caraduras que una vez atrapados no se dan por aludidos y buscan sostenerse a toda costa en sus puestos, de una u otra manera; y esta crispación va produciendo movimientos de masa, por ahora no muy grandes, pero masas al fin. Y si bien la reacción popular frente a los corruptos, que busca que renuncien a sus cargos y se alejen de la función pública es ponderable, el peligro de que esta masa pueda luego ser utilizada y conducida por un líder mesiánico siempre está latente; y nunca faltan los oportunistas que buscarán subirse a esta tribuna; es más, los oportunistas alientan estos movimientos.

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Y así estamos viendo todos los días los famosos “escraches”, que van creciendo en violencia: primero son solo gritos, luego vienen los huevos y tras de estos las piedras, cuando no algún incendiario, como hemos visto el año pasado en el Congreso; y no faltarán o tardarán en llegar las víctimas, que los oportunistas de siempre esperan con ansias locas, para luego tirarle él o los cadáveres al sistema, y así encender más la hoguera de las pasiones tornándose la violencia incontenible; solo hace falta una chispa para incendiar el bosque.

Y el pueblo pedirá sangre por sangre, como en la Revolución Francesa, la bolchevique, la guerra civil española, e infinidad de protestas chicas, medianas y grandes que terminaron por imponer a un nuevo dictador; que encabalgado en la masa, en promesas imposibles de cumplir, con un discurso nacionalista y antiimperialista, con la máscara de la anticorrupción, máscara que se le cae al poco tiempo de llegar al poder, verá de eternizarse en su puesto hasta el fin de sus días.

Y cuando la anarquía comienza a reinar esta no se detiene hasta que asume el “elegido”, el nuevo mesías que el pueblo cree que mágicamente todo lo va a solucionar. Y una vez ungido se acabaron los ladridos, se acabaron las protestas, porque si no estás con el líder estás contra él; se acabó el derecho al pataleo. Luego vendrá el descontento, que inevitablemente irá surgiendo junto con la pérdida de apoyo popular de este tipo de líder, pero igual él se sostendrá gracias a una perrada fiel, una especie de can-cerberos de la ideología, que estará alerta y denunciará a todo aquel que no esté a gusto o cuestione a su líder; el terror se irá imponiendo, y el miedo a opinar llegará como una espesa niebla.

Y lo más notable es el apoyo que reciben estos líderes de perradas de otras latitudes, que comparten el gusto por el alimento ideologizado, nihilistas que sueñan con una utopía pero que nos llevan directamente a una distopía, que es un mundo donde las contradicciones de los discursos ideológicos son llevados a sus consecuencias más extremas, donde se ejerce un control estatal absoluto; así, con el cuento de crear una sociedad organizada, feliz y conforme s  deriva en un régimen totalitario, que reprime al individuo y cercena sus libertades.

Y esta solidaridad que tienen con líderes foráneos la demuestran cerrando el hocico o mirando para otro lado (literalmente como perro que lo están culeando) cuando estos son descubiertos y salen a la luz: el enriquecimiento descomunal de sus patrimonios, la matanza y persecución de los que se les oponen, el resultado de sus políticas que son: destrucción de las instituciones, vaciamiento de la República, pobreza, inseguridad y hambre; a todos estos y las gravísimas consecuencias que han producido los perros ideologizados no les lanzan ni un mísero chumbido. Los mismos que antes gritaban y atacaban con piedras por temas mucho menores luego se callan y hasta aplauden, festejan y justifican los horribles crímenes de sus adorados líderes-dioses. ¿Cómo se califica esta miserable actitud? Difícil encontrar la respuesta.

Ilustración: Nico Espinosa

Lo que se está viviendo en el Paraguay, la crispación política, el enojo de la gente, es una vieja historia que se repite cada tanto, y siempre con justificación, pero no hay nada nuevo bajo el sol y la sombra. Por eso, porque no hay nada nuevo, porque se conoce el argumento y el final, es que hay que estar atentos y entender el comportamiento de la joven perrada. Porque considero que siempre hay que desconfiar de aquellos que ladran por cualquier motivo y no hay nada que les venga bien, hasta en las cosas que cualquiera ve algo positivo ellos le encuentran la vuelta para negativizarlos; también hay que desconfiar de los perros que solo son capaces de ver en una dirección, monotemáticos, que parece que tuvieran anteojeras invisibles, que no reconocen méritos en el otro, alguno aunque sea; que todo lo critican y no aportan ninguna solución; que no leyeron en su vida ni una estampita pero te quieren enseñar de economía, salud y lo que se te ocurra; y sobre todo hay que desconfiar cuando a la revuelta se suman los ladridos de los cachorritos, que hace poco jugaban a la bolita, y con sus berrinches pretenden echar a un ministro, o a quien sea, porque algunos medios le indicaron que hay que escracharlo.

De esta clase de perros estoy cansado, de la clase que gusta comportarse como jauría, que aturde con sus ladridos, que no se detiene a pensar, a reflexionar, que no se da cuenta que están siendo utilizados por perros viejos, miserables y codiciosos que nunca muestran la cara pero viven en mansiones, en palacios, y que solo están defendiendo sus intereses, y lo único que van a lograr es mudar de amo por uno mucho peor que representará a esos viejos bandidos; que sus acciones son controladas y están destinadas a saquear, vaciar, completamente la Nación; a destruir lo bueno, todo lo que el país pudo haber progresado será literalmente arrasado, tal como pasa en la actual Venezuela.

Mi mensaje a la perrada joven: antes de salir a hacer quilombo que piensen individualmente lo que están haciendo, que reflexionen, que sopesen las cosas positivas y negativas que tienen, o que el actual gobierno y los anteriores han dejado, que observen con calma; que no caigan en la violencia y en el juego de posiciones extremas que solapadamente proponen los viejos mencionados y tengan en cuenta que estos siempre tienen a mano agitadores listos para pudrir cualquier marcha. Que nada se soluciona con la violencia y poco cambia de un gobierno a otro; las grandes soluciones son un proceso a largo plazo, que está bien manifestarse y reclamar, pero organizados y con un fin determinado, por ejemplo lograr una ley (eliminar listas sábana y no reelección indefinida de legisladores); las fuerzas vivas deben ser coherentes; y que de los que más hay que desconfiar es de aquellos que gritan, rompen puertas y se cagan en la justicia, que tienen buena o mala prensa pero todos los días están en sus páginas por un escándalo u otro, de estos son de los que más hay que desconfiar. Todavía se está a tiempo.

Hay un nuevo gobierno que va a asumir en pocas horas, es de desear que no sea en un clima de violencia e intolerancia.

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