El guaraní, idioma de unidad y resistencia (segunda y última parte)

 

Roberto Romero, historiador (*) 

Decíamos en la nota anterior que, en realidad, durante los siglos que duró la Colonia, el guaraní mantuvo su rango de lengua primera y que, cuando Belgrano invade el Paraguay, el guaraní seguía siendo la lengua única. 

 

Sigamos:

Después del 14 de mayo de 1811, el “Manifiesto a todos los habitantes de la Provincia” hecho el 9 de junio del mismo año en el Cuartel General de Asunción del Paraguay, firmado por Pedro Juan Caballero, Fulgencio y Antonio Tomás Yegros, Vicente Ignacio Iturbe fue escrito en guaraní y castellano, tal como dos siglos antes se publicaron las ‘Ordenanzas de Hernandarias” 

Primer número de «El Centinela», 25 de abril de 1867

Durante los regímenes autonomistas del Dr. Rodríguez de Francia y el de don Carlos Antonio López, la prolongada e intransigente defensa de la Independencia de la República contra los enemigos del exterior y, en lo interno, la tenaz política para liquidar las formas jurídico-sociales heredadas del colonialismo, contribuyeron a consolidar la unificación nacional de la población mestiza y mantener el legado del idioma nativo por su continuado uso, conservada como lengua hablada por hacer cesado su enseñanza después de las extinción de las reducciones jesuíticas. 

Editado solo en guaraní – Tapa del primer número: 24 de julio de 1867

Correspondió al gobierno del  Mariscal López la reivindicación de la literatura escrita en idioma guaraní y del uso oficial del mismo, al disponer la publicación-durante la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay- de los periódicos bilingües “Cabichuí”, “El Centinela”, “La Estrella” y uno enteramente en guaraní: “Cacique Lambaré”. Eran todos periódicos oficiales, medios informativos de los actos de gobierno y los acontecimientos bélicos del conflicto. 

Después de la muerte del Mariscal, se prohibió hablar en guaraní en las escuelas con el pretexto de ser el mismo factor de atraso y estancamiento intelectual 

No obstante, el idioma soportó el embate descalificador porque el mismo estaba profundamente arraigado en  el pueblo paraguayo que siguió hablando y expresándose en guaraní, lengua que volvió a demostrar su importancia durante la guerra del Chaco. 

«Ocara poycue mi», eevista folklórica lanzada el 22 de julio de 1922

Utilizado por los combatientes en el frente de batalla, también fue vital como medio de comunicación entre el teatro de operaciones y los altos mandos convirtiéndose en el idioma protagónico de las trincheras paraguayas. 

Puede decirse que toda la campaña de la guerra y la victoria final, el pueblo paraguayo lo vivió en guaraní.

Pero lamentablemente, los redactores de la Constitución paraguaya de 1940 no capitalizaron ese legado surgido de la confrontación bélica ya que en ninguno de sus 94 artículos menciona al idioma nativo. 

Recién encontramos la primera referencia constitucional del guaraní, promulgada el 25 de agosto de 1967  que reza en su Artículo 5: «Los idiomas nacionales de la República son el español y el guaraní» que dio libertad para que los ciudadanos puedan hablar libremente en dicha lengua sin la consabida preocupación de ser discriminado por tal acto

Por ello, el 25 de agosto, se instituyó  como Día del Idioma Guaraní. 

Posteriormente, la  LEY N° 68 de 1990  declara obligatoria la enseñanza de los idiomas nacionales, el Español y el guaraní, en el Nivel Primario y Secundario. 

Pero aún tuvo que pasar mucha agua bajo el puente para que finalmente, obtuviera el rango de idioma oficial, que como tal, fue reconocido en el artículo 140 de la Constitución Nacional promulgada en 1992. (año en que recién pudo ser aplicada la ley N° 68 tras una modificación de la misma). 

Esta Constitución dio otro paso trascendental en la jerarquización de nuestro idioma, disponiendo en su artículo 77, que la enseñanza en los comienzos del proceso escolar se realice –asimismo-  en la lengua materna del educando. 

Este hecho fue fundamental en la proyección del guaraní: en el 2009 fue aprobada como uno de los  idiomas oficiales del Mercosur. En diciembre el año siguiente se promulga la Ley de Lenguas, por  el cual se determina que la autoridad de aplicación corresponde a la Secretaría de Políticas Lingüísticas y se establece la exigencia que la utilización de las lenguas oficiales de la República en las publicaciones de las Leyes y  requisito para ocupar cargos públicos. 

Última edición de «Ocara Poty cue mi», octubre de 1999

Si bien, según la Encuesta Permanente de Hogares 2017, los idiomas hablados en el hogar la mayor parte del tiempo por la población de 5 años y más en Paraguay son: el guaraní (40%), el castellano (26,5%), guaraní y castellano (30%), lo importante es que ahora el guaraní ya es un idioma universalmente difundido gracias a las herramientas tecnológicas que actualmente se hallan a disposición. Además de la enseñanza presencial que se ofrece en institutos y universidades de todo el mundo. 

Pero no por eso debemos olvidar  que la base para que ello fuera posible tuvo su origen en el tesón y voluntad indeclinable de sus precursores –hombres y mujeres-de todos los tiempos que han hecho –y hacen- lo indecible por conservarlo, enaltecerlo y divulgarlo como por ejemplo –y solo por nombrar a algunos -Narciso R. Colmán (Rosicrán), Celso Ávalos Ocampos, Antonio Ortiz Mayans, Bartomeu Melià, Teodoro S. Mongelós, Ricardo Mello Vargas, Félix de Guarania, Carlos Federico Abente, David Galeano Olivera, Miguel Ángel Verón Gómez, Lino Trinidad Sanabria, Tadeo Zarratea y  Susy Delgado, 

Debemos destacar especialmente la labor del Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní fundada el 23 de septiembre de 1985, verdadero baluarte de difusión de nuestro idioma nativo.

Revista «Ñandé», tapa año 1969

 

Para finalizar, mencionemos tres medios gráficos que en el siglo pasado publicaban, indistintamente en guaraní y/o castellano:”Ocara Poty cue mi”, lanzada el 22 de julio de 1922; revista “Ñandé”, surgido en 1958; y el semanario “El Enano” en 1962. 

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 (*) OBSERVACIÓN: extractada de su monografía “Protagonismo del idioma guaraní en el proceso histórico nacional”, publicada en 1991 por la Editorial Ñanderekó, dirigida por Rudi Torga. (Aclaramos que esta nota es una versión actualizada por otras fuentes más recientes

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