Paraguay en llamas: el 11 y 12 de enero en la Revolución de 1947

Por Víctor Jacinto Flecha (*)

La guerra civil, también conocida como revolución de 1947, fue la más violenta de todas las que recuerdan la historia paraguaya, plena de guerras civiles, levantamientos y sonadas militares, y es la primera en el marco de enfrentamiento mundial, en el marco de la guerra fría, que tuvo intervención internacional, además fue decisiva para pergeñar el futuro del país.

Imagen: Portal Guaraní
Imagen: Portal Guaraní

Al término de la misma se instauró un régimen de persecución no solo ya a los combatientes vencidos sino a todos que no fueran partidarios del gobierno. La consigna de “quien no está con nosotros está contra nosotros” se cumplió a cabalidad. La tercera parte de la población  se exilió y fue el inicio de la división de la sociedad  paraguaya, solo restablecida en su unidad, con el advenimiento de la democracia,  en 1989, por lo que se constituye en un hito del acontecer histórico nacional

La guerra civil no nació de generación espontánea sino que se estuvo incubando desde diez años antes, con la instalación militar en el poder civil en 1936, con la llamada “Revolución febrerista”,  que allanó la emergencia de contradicciones entre militares que conllevó a una etapa de “crisis política permanente”, pleno de intentos de golpes de estado, cuartelazos, de cambios en las cúpulas militares, una inestabilidad militar en que ninguno de los sectores emergentes después de la guerra del chaco pudo imponer definitivamente su hegemonía durante el proceso, inclusive con la dictadura del General Higinio Morínigo.

De hecho, después de la derrota del régimen de la “revolución febrerista” existieron dos tendencias dentro del ejército, uno de carácter institucionalista que buscaba un proceso de cambio con participación civil y otro con tendencia netamente militar y autoritaria. En el plano de los partidos políticos no se evidenció que algún  sector estuviera construyendo más que otro,  el consenso en la sociedad para aspirar a una toma del poder por medios civiles.

Foto: es.paperblog.com
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El General Higinio Morínigo se apoyó en esas circunstancias, en 1940,   para hacerse del poder e impuso una férrea dictadura. “Pueblo y ejército actuarán desde ahora bajo la dirección del mando único. Con la ayuda de Dios ejerceré inflexiblemente para orientar de una vez la Revolución Paraguaya”

Con este autoritario mensaje -30 de noviembre de 1940- estaba anunciando lo que sería su régimen. El eslogan de su gobierno “Orden, disciplina y Jerarquía” de alguna manera manifestaba el pensamiento subyacente la de intentar encuadrar militarmente a la sociedad civil.

Esta dictadura impuso la pena de muerte por cuestiones política, prohibió asambleas, mítines, publicación y difusión de documentos, de artículos críticos hacia las “autoridades nacionales”. Asimismo decretó un receso sindical y la movilización militar de todo obrero que se declarase en huelga. Impuso la censura de previa de Prensa y montó una oficina de Propaganda, encargada de exaltar las virtudes de la “Revolución Nacionalista”.

La frágil y ambigua democracia – La derrota del nazi-fascismo y el triunfo de las Fuerzas Aliadas en la segunda guerra mundial, forzó a la dictadura de Morínigo a retirar al núcleo militar de extrema derecha de tendencia nazi-fascista, en 1946. El desplazamiento de este núcleo de poder armado derivó en una apertura política, el 9 de junio de 1946, con  la constitución de un gobierno de coalición entre febreristas, colorados y militares.

A pesar de las expectativas de un proceso institucional democrático,  “el amanecer de las libertades públicas” no desembocó en un entendimiento democrático de las fuerzas en pugna, sino al contrario avivó la llama faccional. El reclamo de una Asamblea Constituyente a fin de pergeñar un estado democrático se vio obstaculizado en su realización por fuerzas que más le interesaba el poder antes que el fortalecimiento democrático.

El sector guión rojo del Partido Colorado, desde posiciones claves en el gobierno, a través de los Ministerio de Hacienda y del Interior, conformó verdaderas milicias para-militares. Las actividades de estas milicias tenían como objetivo la creación de un clima político en la que se buscaba una salida de definición militar dictatorial.

Algunos sectores militares en vista de que las contradicciones políticas entre los dos partidos de gobierno pudieran arrastrar al propio estamento militar buscaron una salida pactada de que se retiren del gobierno ambos partidos y que éste quedara en manos militares con el compromiso de unas elecciones generales próximas, con la participación de todos los partidos políticos, con el objetivo de elaborar una nueva Constitución y posteriormente las elecciones generales para la elección presidencial.

El 11 de enero de 1947, los febreristas renunciaron. Inmediatamente formaron una coalición con el Partido Liberal y el Partido Comunista Paraguayo en contra de Morínigo. Rafael Franco lideró una rebelión que se transformó en una guerra civil cuando las Fuerzas Armadas de Paraguay, que anteriormente se habían mantenido leales al Gobierno se dividieron, con casi toda la marina y secciones de la infantería uniéndose a los rebeldes. Instauraron un gobierno militar en Concepción, ciudad que fue bombardeada sin piedad por la aviación del gobierno

El 12 de enero de 1947 se definió finalmente, en una reunión comandos militares y representantes de los dos partidos en el gobierno en la que se decide por esta salida. El jefe de Estado, el Gral. Higinio Morínigo, viendo que esta salida pudiera alejarlo del poder en las nuevas elecciones, dio, conjuntamente con el Partido Colorado, un autogolpe, en la madrugada del 13 de enero del mismo año. De esa forma se clausuró el proceso de democratización. Nuevamente las persecuciones políticas y sociales se reiniciaron. Ahora ya apoyada por los elementos parapoliciales del guión rojo.

La guerra Civil propiamente dicha se inició con un ataque de grupos de civiles, excombatientes de la guerra del Chaco, al cuartel de policía en Asunción, el 7 de marzo de 1947, seguido de una sublevación de la Región Militar de la ciudad de Concepción, al norte del territorio nacional, el 8 de marzo. Este enfrentamiento  fue entre un sector del ejército paraguayo, autotitulado institucionalista, y el gobierno dictatorial de Higinio Morínigo, que no sólo movilizó a las fuerzas  restantes de las FF.AA. sino a un verdadero ejército de civiles del partido colorado, todos con anterior experiencia guerrera durante la guerra del Chaco.

El enfrentamiento duró 6 meses

Juan Perón, presidente de la Argentina, envió dos barcos a los colorados como apoyo a la defensa de Asunción: el «Granville» y el «Drummond». Los revolucionarios fueron cercados por los batallones de Asunción y los que volvían de Concepción en agosto de 1947, y allí terminó la revolución

Esta derrota de los sublevados significó la imposición del terror como relación estado-sociedad civil, con casi la tercera parte de la población fuera exiliada y a su vez  fue el inicio de la larga hegemonía del Partido Colorado que tuvo en la dictadura militar del general Alfredo Stroessner su más grande expositor.

(*)  Fragmento: ver artículo completo en www.cultura.gov.py  / www.ea.com.py

 

 

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