Gauchito Gil, el “santo (pagano) de los pobres”

Cada 8 de enero centenares de miles de personas lo veneran en su santuario de la ciudad correntina de Mercedes, y su culto crece imparable a un siglo y medio de la muerte violenta e injusta que lo proyectó a la leyenda.

Un gauchito, bandido rural y desertor, apresado y pasado a degüello sin juicio previo por una partida militar, protagoniza casi un siglo y medio después de su sangriento final el fenómeno de devoción popular pagana más potente de la Argentina. Tanto se arraigó y se extendió, que la iglesia Católica decidió acompañar, sin autorizarlo, el culto a quien el pueblo concibe milagroso e intercesor ante Dios.

Es el Gauchito Gil. La figura, celeste en la camisa y roja en la vincha, el pañuelo al cuello y la faja, se multiplica recortada sobre una cruz marrón en los altares que la creencia popular le levanta profusamente, especialmente en los barrios humildes y a la vera de las rutas. Las banderas rojas desplegadas al viento tornan inocultables los sitios de veneración, donde los devotos encienden velas rojas y dejan toda clase de objetos para cumplir la promesa por los favores sobrenaturales recibidos.

En vida y después de muerto, Gil concitó la adhesión de los pobres, que primero lo protegían agradecidos porque compartía con ellos el fruto de sus asaltos a los ricos, y después de su sacrificio perpetuaron su memoria. Pero la fe en los poderes del Gauchito atraviesa todas las clases sociales, como pudo comprobarse con las ofrendas que durante décadas se acumularon en el santuario

Es cada 8 de enero, en la localidad correntina de Mercedes -donde la tradición oral ubica en la década de 1870 al personaje y su leyenda-, que la exaltación del Gauchito cobra espectacularidad sin par, en una multitudinaria explosión de entusiasmo, música y fervor, que la convierten en la más colorida de las que generan las creencias populares.

Allí se levanta el “santuario” principal, y se erige la cruz de espinillo, que juega un papel principal en la historia de Antonio Mamerto Gil, el “gauchito” venerado.

tn.com

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