Represalias son inútiles

Enrique Vargas Peña (*)

Vayamos por partes: En el principio se creó Mercosur y se nos dijo a los paraguayos que, a cambio de ceder nuestra soberanía, tendríamos acceso a los mercados argentino y brasileño.

 Los paraguayos cedimos nuestra soberanía y lo hicimos de manera irrevocable. Desde 1994, entregamos nuestra política arancelaria (Decisión 22/94).

Ahora, en la reciente Cumbre de Montevideo, todavía se autorizó a Brasil, por ejemplo, a imponer elevación del Arancel Externo Común sobre hasta cien productos, “para que no impacten en su economía”.

La política arancelaria es el instrumento clave de la política comercial de cualquier país. Nosotros, que por nuestras condiciones de mediterraneidad necesitamos aranceles muy bajos para paliar los costos de flete, no podemos establecer lo que nos conviene, tenemos que sacrificar al consumidor paraguayo condenándolo a pagar mayores precios, y tenemos que aceptar lo que conviene a Brasil, por causa del Mercosur.

La política arancelaria define, pues, los hábitos de consumo pero también la dirección estratégica del aparato productivo. Nos obligaron a concentrarnos en electrónica y en algunas pocas migajas más, en lugar de decidir nosotros qué era lo más rentable, a cambio de la promesa de abrirnos los mercados brasileño y argentino.

Las trabas brasileñas, que son la realidad sobre las promesas retóricas, incluso afectan ya a esas migajas que nos dejan: Las ventas de electrónicos en la zona Este del país al mercado brasileño cayeron treinta por ciento debido a ellas solamente comparando enero de 2011 con enero de 2012.

A pesar de nuestra cesión irrevocable de soberanía, Brasil y Argentina se reservaron el derecho, y nuestros gobiernos lo aceptaron, de imponer restricciones al ingreso de productos paraguayos a sus mercados, Brasil con el tope de compras para quienes adquieran bienes en Paraguay y Argentina con trabas paraarancelarias como bloqueos sindicales o certificaciones de cumplimiento imposible.

Como si la injusticia no estuviera ya entonces lo suficientemente clara, en agosto de 2010, en San Juan, Argentina, el gobierno de Fernando Lugo continuó la misma política de sus antecesores colorados, cediendo todavía más soberanía en base a nuevas promesas, tan creíbles como las primeras.

Lugo firmó allí la Decisión 10/10 que impone para el 1 de enero de 2019 la total eliminación del doble cobro de aranceles y la Decisión 27/10 que impone para el 1 de enero de 2019 la plena vigencia de un Código Aduanero Común.

En castellano fácil, estas dos decisiones dicen que Paraguay cede a un organismo multilateral la administración de su Aduana y que los recursos que dicho organismo recaude serán administrados también por un organismo multilateral.

Para entender el problema en su real dimensión hay que saber que Aduanas es la fuente principal de recursos del Estado paraguayo, que sin los recursos de Aduanas nuestro Estado no puede, literalmente, funcionar y que poner esos recursos en manos de organismos multilaterales pone en manos de esos organismos el funcionamiento de nuestro Estado.

El ministro Dionisio Borda, cuya fundación CADEP (Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya) es la principal impulsora y defensora de Mercosur en Paraguay, trató de justificar esa cesión que firmó Lugo diciendo que contiene salvaguardias y garantías tales como que nos reservamos el derecho de poder desaduanizar (procedimiento de la nacionalización de una mercancía y para la habilitación de su derecho a circular por el territorio al que fue importado) en nuestro territorio; que tendremos derecho a una compensación y que se nos mantendrá la renta aduanera.

Borda nunca reveló si nuestra reserva de desaduanización durará hasta el 1 de enero de 2019 o se prolongará indefinidamente, porque la compensación y el mantenimiento de las rentas aduaneras de las que habló entonces el ministro son pasos que se comprenden únicamente si no controlamos nuestra Aduana: Por eso nos compensarán y por eso mantendrán un nivel promedio de remesas de recursos.

Ni la compensación ni el mantenimiento del nivel promedio de ingresos contemplan la posibilidad real de expansión de ingresos aduaneros que podemos tener (como ocurrió en 2010) como resultado del crecimiento de nuestra economía soberana.

Es decir, entregamos todo a cambio de promesas.

El valor de estas promesas de Argentina y Brasil es ya muy conocido, pero para los que todavía, con cinismo y mala fe, insisten en que valen algo, Cristina Fernández de Kirchner se encargó de demostrar de manera incontrovertible que dichas promesas valen menos que la hojarasca que lleva el viento y que ellos, los que insisten en darles valor, son solamente cínicos que actúan de mala fe.

La presidenta argentina ordenó imponer una Declaración Jurada Anticipada para quienes quieran exportar a su país que tiene el efecto práctico de retrasar decisivamente la concreción de los negocios paraguayos, lo que se suma a la exigencia de una licencia previa para exportar a Argentina, en vigencia desde 2011.

Nosotros cedemos soberanía real y ellos nos regalan promesas vacías y trabas verdaderas. Aún así, hay que soportar que haya gente que diga que Mercosur conviene a Paraguay y que no tenemos alternativa.

Como se observa fácilmente, el problema de fondo con las trabas argentinas no es una mera “guerra comercial”, sino el sistema institucional de Mercosur que perjudica especial y concretamente a Paraguay.

El Gobierno pretende, ahora, ocultar la cuestión de fondo embarcándose en la comedia de la mencionada “guerra comercial” estableciendo restricciones a los importadores paraguayos de productos argentinos similares a las que pesan sobre los importadores argentinos de productos paraguayos.

El gobierno no dice, sino que oculta y esconde, el hecho decisivo de que las medidas de contraataque paraguayas no afectan, si somos muy optimistas, más que al uno por ciento (01%) de las importaciones argentinas, es decir, nada.

Los únicos perjudicados por este contraataque absurdo serán los consumidores paraguayos. Los argentinos pueden fácilmente reemplazar el uno por ciento que les será restringido.

Si el Gobierno quiere combatir en serio las barreras comerciales de Argentina y Brasil tiene que dejarse de mascaradas y denunciar el Tratado de Asunción. Si el gobierno quiere que se le tome en serio, tenemos que salir de Mercosur.

* lanacion.com.pu

 

* www.lanacion.com.py

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