Todos, Alguien, Cualquiera y Nadie

Hay un viejo cuento con cuatro personajesTodos, Alguien, Cualquiera y Nadie.

Ocurre que había que hacer un trabajo importante, y Todos sabían que Alguien lo haría.

Cualquiera podía haberlo hecho, pero Nadie lo hizo.

Alguien se enojó cuando se enteró, porque le hubiera correspondido a Todos.

El resultado fue que Todos creían que lo haría Cualquiera, y Nadie se dio cuenta de que Alguien no lo haría.

¿Cómo termina la historia?

Alguien le reprochó a Todos porque en realidad Nadie lo hizo lo que hubiera podido hacer Cualquiera.

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Esta historia plagada de desencuentros y malos entendidos es algo más que un destrabalenguas, es el símbolo de las personas que integran sociedades no debidamente articuladas y con responsabilidades diluidas.

Cada uno de estos cuatro personajes llevan en síntesis la imagen de estructuras amuralladas y parceladas en sus compromisos y malamente comunicadas entre sí. Hay un dicho que dice: MUCHOS RESPONSABLES, NINGÚN RESPONSABLE.

Es, en síntesis, la descripción de la responsabilidad diluida porque nadie la asume en sí mismo.

(Lo que acaban de leer, es un fragmento del artículo escrito por Carlos Besanson en el “Diario del Viajero” N° 411, transcripto por este periódico en sus ediciones de febrero del año 1996. marzo del 2002 y tres veces más)

En esa última vez habíamos dicho que esta recurrencia a ciertos temas no era caprichosa ni antojadiza. Y que respondía simplemente a la intención de refrescar la vigencia de un VIEJO VICIO que no ha podido superarse y constituye, quizá, el meollo del fracaso de los más ambiciosos proyectos que han encarado y encaran instituciones o grupo de personas dentro de nuestra comunidad.

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