¿Qué doctrina rige el Paraguay?

alberto vargas peña

 

 

Alberto Vargas Peña (*)

En el Paraguay existen dos partidos que se reparten las experiencias de Gobierno, de manera casi parecida, y han ocupado la dirección de los asuntos internos periodos de tiempo que exigían conductas aferradas u orientadas a doctrinas existentes en el mundo.

Los dos partidos nacieron al mismo tiempo, luego de una catástrofe bélica sin paralelo, en medio de un país casi aniquilado, dentro de un mundo manejado por la doctrina liberal en expansión, con el pensamiento depositado en esa doctrina, aunque con una variación: La ANR nació en el poder y el Partido Liberal en la oposición. Ambos partidos eran liberales, pero uno era conservador y el otro no.

Los gobiernos de la ANR fueron conservadores, y tuvo la oposición del partido Liberal durante los años finales del siglo XIX. Llegado el fin del siglo, el Partido liberal asumió el gobierno y con suerte o sin ella buscó imponer la doctrina liberal. Se llegó a la mitad del siglo XX y el gobierno liberal cayó. Volvieron los republicanos abandonando la búsqueda de salidas liberales. Se impuso una salida fascista con una dictadura que fue derrotada en 1989 y regresó la democracia. El caso es ¿con qué doctrina?

En 1992 se juró una nueva Constitución de carácter liberal que establecía normas diseñadas para evitar el retorno de la dictadura. El fascismo quedó condenado en el Paraguay. Pero no nos engañemos¸ quedó condenado en la legislación, pero no en las costumbres prácticas. El pueblo asimiló en todo la práctica del fascismo. Soñaba con la dictadura y sostenía que había sido feliz y no lo sabía.

El comunismo no penetró en el alma paraguaya. – Ahora las costumbres son fascistas, la Constitución y la legislación son liberales mientras que el gobierno es conservador. Es correcto preguntar qué doctrina orienta a los paraguayos.

Los conservadores tienen un presidente que piensa como liberal, y los liberales piensan como izquierdistas, un pueblo que no piensa, y nadie sabe qué quiere el gobierno. Hay un caos que nadie comprende y las resoluciones se enfrentan unas a otras. Nadie entiende lo que pasa. Las soluciones no funcionan porque chocan entre sí. Se defienden principios antagónicos y el país no avanza porque no puede avanzar.

Sería fantástico que se aclarara cuál es la doctrina que se pretende aplicar para poder aplicarla in totum de modo que se pueda extraer algo bueno. Estamos llenos de doctrinas adversas moviéndose en los pasillos.

El hecho de saber que las cosas son así no ayuda a solucionar el problema porque las doctrinas se han robustecido y están rodeadas de partidarios que se defienden con uñas y dientes con el delirio de robustecer sus razones, sean falsas o verdaderas, lo que conduce a campos de Agramante cada vez más extensos que por ello no pueden encontrar la posibilidad de encontrar un sitio de paz o, por lo menos, de falta de animosidad, que permita vislumbrar un acuerdo feliz, lo que conduce a un peligroso terreno de combatividad, aunque no se defienda nada. La lucha, si no cesa, estorba.

Esta lucha inútil e incesante puede llevar el proceso paraguayo a desaparecer. Ya está pasando mucho tiempo. Y no hay demasiado.

(*) la nacion.com.py

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