La mejor inversión en el Paraguay

Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com=

Hace poco un amigo me invitó a un bar-copetín para conversar, quería pedirme un consejo; resulta que había heredado una considerable suma y no sabía qué hacer con el dinero, en qué invertir los dólares que recibió, unos doscientos mil y pico.

Después de escucharlo, le dije más o menos lo siguiente.

Que no se le vaya a ocurrir comprar una casa, departamento o terreno, que tampoco los ponga a plazo fijo, sea el banco que sea; que no se le dé por invertir en la Bolsa o llevar el dinero al extranjero; que no haga ninguna de estas cosas porque iba a correr muchos riesgos y además la ganancia que le podía ofrecer cualquier banco sería ínfima con respecto al negocio que hoy día, y desde hace unas décadas, es el mejor de todos en el Paraguay.

Y un poco anonadado por mi respuesta, me preguntó:

─¿Y cuál es ese negocio tan brillante?

Se notaba que mi amigo no leía mucho los diarios y estaba un tanto alejado de las noticias y la política local.

Bien, le dije, el mejor negocio que puedes hacer es comprar una banca en la Cámara de Diputados o Senadores, que te saldría, como hace poco informó una integrante, unos doscientos mil dólares, y es justo lo que tienes.

Entonces, él, medio ofuscado, me dijo:

─Pero yo no sé nada del asunto, ni de política, ni de leyes, ni idea tengo de proyectos…

Entonces, le respondí que eso no era ningún inconveniente, que las personas, o sea sus futuros pares, de las que iba a estar rodeado en cualquiera de las cámaras estaban en iguales o peores condiciones que él; luego comencé a enumerarle las ventajas de dicha inversión:

Mira, tú vas a poner 200.000 dólares por 5 años, lo que saldría unos 40 mil anual, que mensualmente serían unos 3.333; pero atiende bien, luego, una vez que seas elegido, como resarcimiento inmediato, empezarías a cobrar mensualmente más del doble, sin contar los beneficios extras: combustible gratis, pasajes gratis a cualquier parte del país y del mundo, viáticos incluidos, autos gratis, por supuesto que no pagarías ningún impuesto por ellos, esta inversión está totalmente desgravada, ni el IVA, ni el IRP corren aquí; además podrás contratar personal a tu servicio sin tener que pagarle un solo guaraní, ya que el Estado se hace responsable, discretamente, de los mismos; por ejemplo un chofer, una cocinera, una niñera o jardinero, o todo junto.

 Lo mejor de todo, solo deberías ir de vez en cuando al Congreso, bien vestido, con un elegante traje por supuesto, donde te servirían abundantes bocaditos, de primera línea, bebidas incluidas, por los cuales no tienes que pagar absolutamente nada. En las sesiones no tendrías que hablar, solo levantar la mano, a veces, cuando uno de tu grupo te lo indique, mientras, para no aburrirte, puedes tener una notebook y verte una película.

 Por otro lado está la atención médica gratuita, tendrías el mejor seguro de salud del país, para toda tu familia. Pero ahí no para la cosa, hay más: podrás jubilarte en pocos años y cobrarás una pensión de privilegio que te envidiarían hasta los yanquis y los suizos. Y si te animás, al cabo de cinco años podrás candidatearte de nuevo, las veces que quieras, y nadie podrá impedírtelo, la Constitución de 1992 te lo dice y garantiza.

Mira, haz un simple cálculo, tú pones 200 mil dólares y al cabo de 5 años habrás ganado, más de 400 mil dólares, ¿qué banco puede ofrecerte esto además de los beneficios? Ninguno. Y esta ganancia es de piso, porque esta es una inversión que no tiene techo ya que de seguro en ese lapso correrán muchos sobres, acuérdate que dentro de poco está la renegociación de Itaipú y ahí pueden correr cientos de miles, inclusive millones de dólares, le dije.

Bien, hasta aquí, mi amigo me escuchaba embobado, pero luego sacudió su cabeza, como despertándose de un sueño y me dijo:

─¿Y qué tengo que hacer?

Es muy fácil, ahora mismo te vas a cualquiera de estos lugares: Partido Colorado, Partido Liberal, Frente Guasú, y les dices que quieres ser senador o diputado, que tienes los 200 mil verdes para pagar tu “membresía”; y apúrate, mira que hay cupos limitados y si se avivan con estos cálculos que te acabo de hacer van a ser miles los futuros candidatos; y ahí sí me temo que la tarifa va a subir, es la ley de la oferta y la demanda.

Él se levantó, me abrazó y agradeció infinitamente el consejo que acababa de darle; ahí nomás se despidió con un fuerte apretón de manos y se alejó con urgencia rumbo a alguna de las direcciones citadas. Yo le desee suerte y, cuando se retiraba, ya estando él en la calle, apresuradamente, le dije: “No te olvides de mí cuando estés en tu curul”.

Pero enseguida que se fue comprendí dos cosas; primero que iba a llegar a ocupar una banca en el Congreso; y segundo, que mi pedido iba a caer en el vacío, que no debía esperar nada de él, porque mi amigo, después de la conversación hizo algo que jamás hubiera hecho antes: el ahora futuro legislador, que me invitó a esa reunión, se fue sin pagar los bocaditos y bebidas que consumimos… me recagó.

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