¿La decadencia del relato K?

 

Karina Mariani (*) 

Suele pasar que en épocas eleccionarias se editen muchos libros sobre política local y su historia reciente

El exministro de Cultura de la ciudad de Buenos Aires y exsecretario de Cultura y Medios de la Nación durante la presidencia de Fernando de la Rúa reaparece en la escena pública con un libro que confronta con datos las mitologías del discurso kirchnerista  desde los años de Néstor Kirchner hasta el gobierno de Alberto Fernández, 

El interés del público y de las editoriales por este material es mayor en estos momentos y por eso en pocos meses se han publicado libros de Ricardo López Murphy, Javier Milei, Patricia Bullrich, Mauricio Macri, María Eugenia Vidal, Fernando Iglesias y de otros autores no políticos que escriben sobre la misma temática. 

En este caso, y sin la presión de ser candidato, Lopérfido usa el libro como una especie de manual de comprensión del fenómeno kirchnerista.  

Para el autor, el Relato K es responsable de la decadencia moral propia de un régimen al que denomina “populista” pero según su visión “ya nadie se lo cree”.

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«Le doy al lector la bienvenida a mi libro, y le aviso que aquí verá sinceridad pura, sin medias tintas, sin pelos en la lengua, porque ese es uno de mis mayores bienes, la sinceridad. No habrá correctismo político, porque no lo necesito. Aquel que piense que con el kirchnerismo se puede debatir y puede haber un diálogo está equivocado. No existe algo así como el kirchnerismo moderado. En todo caso, puede haber algún peronista moderado, pero no kirchneristas. El kirchnerista es fanático por naturaleza, y con los fanáticos y violentos que solo pretenden destruir la república no hay diálogo posible. Como bien pregona Karl Popper, uno de los filósofos liberales más importantes del siglo XX, no debemos confundir libertad con dar rienda suelta a que nos gobiernen los fascistas. Es decir, la tolerancia tiene sus límites, porque, con la premisa de ser tolerantes, pueden nacer grupos fascistas. La tolerancia ilimitada puede llevar a la desaparición de la tolerancia».

«Por eso sostengo que con los kirchneristas no hay diálogo posible. Es ingenuo pretender dialogar con aquellos que clausuraron el debate público y destrozaron la convivencia pacífica en Argentina».

Darío Loperfido

(*) Leer artículo completo en www.laprensa.com.ar

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