Crisis argentinas y el ejercicio de la memoria

La Argentina, durante distintas etapas de su historia,  ha tenido crisis recurrentes que no pueden considerarse como azarosas sino resultados de las medidas de toda índole tomadas por sus gobernantes de todos los tiempos. Lo llamativo es que todas se vincularon con el dólar y/o la deuda externa.

“Ejemplos” cercanos más notorios han sido las ocurridas en 1975 con el “rodrigazo» -por Celestino Rodrigo- que devaluó el peso 160% y 100% para el cambio  comercial y financiero respectivamente (había desdoblamiento de cambio y la inflación llegó a un  777% anual) ; del año 1982 llamado “sigautazo” por el ministro Lorenzo Sigaut (el que apuesta al dólar pierde» que produjo un aumento del tipo de cambio nominal en un 225,8 %) y la más traumática de diciembre del 2001 cuyas consecuencias se sintieron a pleno en el 2002 y sus coletazos en años posteriores.

Omitimos mencionar otras crisis de otros años aunque las mismas han tenido incidencia que siguen repercutiendo hasta hoy. También omitimos referirnos a la crisis de este año –tema que trataremos en otra nota- y nos remitiremos especialmente a la de diciembre del 2001

Fue la época de los 5 presidentes en 11 días: De La Rúa, Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde.

Fue la época en que un presidente prometió “el que depositó dólares, recibirá dólares”, promesa imposible de cumplir dado la vertiginosidad de los acontecimientos.

Cacelorazo en Plaza de Mayo –  Foto: Gonzalo Martínez/ argra.org.ar

Fue la época del “cacerolazo y del grito popular “que se vayan todos”. Una ruptura de representatividad, cuya falencia motivó que la gente tomara la representación en sus manos a través de movilizaciones, tomas de edificios, ocupación de espacios públicos etc. etc.

Fue la época del trágico “corralito” que  impuso a la población la prohibición de sacar de los bancos sumas superiores a los 250 pesos o dólares por semana (un peso equivalía a un dólar).

Fue la época  “default” financiero o cesación de pagos, debido a la imposibilidad del Estado de cumplir su obligación legal de abonar su deuda,  que en ese momento  provocó -además- que la moneda norteamericana se cotizara cuatro veces más.

Fue la época del “trueque” método al que apeló la sociedad para “zafar” el momento económico crítico y que consistía canjear productos por servicios y viceversa  

Fue la época de las cuasimonedas emitidos por el gobierno nacional y gobiernos provinciales: patacón en la Prov. de B s. As., quebracho en el Chaco, petrobono en Chubut y Río Negro etc., etc.

«Corralito 2001″/ Foto: lainformación.com

En aquella época también –a través del periódico “Paraguay ñane retã”- hemos editorializado la situación argentina en tres oportunidades.

El primero de ellos fue publicado en la edición N° 96 de marzo del 2002  -que distribuimos gratuitamente -en la que decíamos entre otras cosas:  

Aquí, en la Argentina, tras los sucesos de diciembre del 2001 que pusieron al país en un atolladero inédito, sus hombres y mujeres han sabido –finalmente- encontrar la reflexiva serenidad para apreciar la gravedad de la hora y, consecuentemente, encontrar una salida institucional decorosa aplicando los mecanismos previstos en la Constitución.

Un futuro que sabemos encontrará en su camino enormes dificultades y significará ingentes sacrificios, pero que confiamos en que serán superados paulatinamente.

No dudamos que la comunidad paraguaya residente en Argentina acompañará el esfuerzo que ello implique, pues su destino está indisolublemente ligado a los destinos de la tierra que la cobija

El siguiente editorial fechado en abril del 2002, consideraba:

“Argentina tiene futuro”. “Un futuro que encontraría en su camino enormes dificultades”, pero que confiábamos en que serían superados paulatinamente aunque ello significara ingentes sacrificios.

Hoy por hoy, en ese arduo camino hacia ese futuro, estamos transitando por la etapa de la Argentina posible. Una Argentina que pese haber sido abandonada a su suerte y librada a sus propias fuerzas, no declina de su firme propósito de superar todos los obstáculos para llegar al destino de grandeza que ya tuvo y que va a recuperar. 

El efecto piquetero, causado por la confluencia de factores socioeconómicos internos y presiones políticas y financieras de orden internacional, obliga a buscar rutas alternativas que retrasan la llegada pero no tienen la consistencia necesaria ni suficiente para diluir la decisión y la voluntad inquebrantable de una Nación soberana de seguir avanzando con un ritmo tenaz, sin pausa hacia el objetivo propuestos

Este periódico no escapa a los avatares que impone esta salvaje e increíble nueva realidad. Y tampoco puede quedarse con los brazos cruzados, esperando sentado que se repita el bíblico milagro de la multiplicación de los peses o el maná del cielo. Por eso ahora publicamos  en blanco y negro, esperando retornar con la clásica impresión a todo color cuando la situación sea más propicia.

Finalmente, en la edición N° 99 de julio 2002, se leía en “Paraguay ñane retã» lo siguiente:

La Argentina sobreviviente: Nadie duda que la experiencia por la que atraviesa actualmente la Argentina es una etapa de supervivencia. Sobrevivir es lo que se vive después de un determinado suceso crítico, proveniente a su vez de una serie de procesos que lo han provocado.

La situación Argentina actual no tiene parangón en su devenir histórico, lo cual causa -aún hoy- la perplejidad del país y una profunda incredulidad en sus habitantes de cuya capacidad para sobresalir y destacarse en cualquier campo profesional y humano abundan los ejemplos.

Hoy la Argentina resiste a brazo partido y sobrevive a duras penas. Una circunstancia brutal de la que debemos extraer la lección definitiva que no sólo el trabajar con ahínco e inteligencia nos deparará la recuperación que anhelamos, sino que también -y fundamentalmente- será necesario estar permanentemente atentos para evitar que nuevamente sean malogrados los esfuerzos que aun debemos realizar para rescatar primero y levantar después a esta patria querida.

 

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