Apenas un paso en el universo de reclamos paraguayos en Itaipú

Ramón Casco Carreras (*)

La República del Paraguay es copropietaria, por partes iguales, de los recursos hidráulicos del río Paraná, el único factor insustituible en un aprovechamiento hidroeléctrico como Itaipú, así como de la energía eléctrica que hora tras hora genera, en el día, en el mes y en el año.

Esa irrefutable verdad, ignorada, subestimada por nuestros gobiernos de turno – dictatoriales y democráticos -, burlada por políticos, diplomáticos y “técnicos” brasileños, se sustenta en los tratados que firmó nuestro país con sus vecinos, cuya hostilidad en el pasado se transformó incluso en un monstruoso genocidio. Un pavoroso crimen que intentaron disimular, con la complicidad de los legionarios paraguayos, mediante una montaña de mentiras, que aún hoy apuntalan los voceros del imperio, según pudo confirmarse durante el reciente tratamiento en el Parlamento brasileño de un instrumento diplomático que apenas incrementa el tamaño de un placebo que hasta hoy nos envían desde Eletrobrás con la etiqueta “compensación”.

La condición de socio paritario de nuestra República en la gran central hidroeléctrica está igualmente consagrada en el Tratado de Itaipú, en cuyo Art. XIII se lee que “la energía producida por el aprovechamiento hidroeléctrico… será dividida en partes iguales entre los dos países…”, reglamentada en el punto II.1 de su Anexo C del modo siguiente: “La división en partes iguales de la energía… será efectuada por medio de la división de la potencia instalada en la central hidroeléctrica”.

En otra palabras, si la producción anual de Itaipú es de 90 mil millones de kilovatios hora, 45 mil millones de kilovatios hora forman parte del patrimonio del Estado paraguayo o, según el Anexo C, de los 14 millones de kilovatios de la potencia instalada, 7 millones de kilovatios pertenecen al Paraguay.

La prensa nacionalista, los políticos y los dirigentes sociales con combatieron contra la dictadura y sus tropelías así lo entendieron y plasmaron esa comprensión en consignas, cada vez más vigentes, como la recuperación de la soberanía energética, y precio justo. El pliego de seis puntos que el actual gobierno entregó en agosto de 2008 el enviado especial del entonces presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva se limitó a recogerlos.

Lamentablemente, el pueblo paraguayo, debido a los 38 años de entreguismo de sus autoridades – de las que le impusieron a fuerza de represión y también las que votó – perdió la sensación, la percepción, la noción de esa tremenda verdad que la mitad de Itaipú, así como de su producción, le pertenece y que hoy acepte casi como un regalo del cielo las migajas que le arrojan nuestros socios por aprovecharse de su propiedad.

El reconocimiento consagrado en la Nota Reversal del 1 de septiembre de 2009 -el aumento de la compensación que paga Eletrobrás a nuestro país por utilizar cerca de 37 mil millones de kilovatios hora por año de US$ 100 millones a US$ 300 millones no es un regalo, mucho menos una manifestación de la generosidad de una potencia como Brasil con un vecino pobre, tal como pretenden hacernos creer los “buenos” de la política de Itamaraty, sino un mezquino reconocimiento de que los históricos reclamos paraguayos en Itaipú son justos. 

US$ 200 millones más por casi 37 mil millones de kilovatios hora que nuestro país cede al Brasil anualmente es apenas un pequeño paso en la recuperación de nuestro universo de soberanía energética en Itaipú, entregado al Brasil por los herederos de los legionarios de la Guerra contra la Triple Alianza.

(*) Analista de Mundo de la Electricidad.

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