El Dueño de la pelota

 

Maximino Verza (maximinoverza2000@yahoo.com.ar)

En el imaginario popular, la frase “El dueño de la pelota”, se alude al que tiene el poder absoluto de la situación, y que ése poder, lo usa a su antojo, siempre, a su beneficio.

En todos los deportes que se practican con una pelota, ésta se convierte en un elemento imprescindible, sin la cual, no es posible ninguna practica. En el futbol, el deporte más popular del mundo, podrán faltar los arcos, podrá faltar el campo de juego, el referee, es secundario. Con sólo dos jugadores y la pelota, ya habrá un partido.

Se preguntaran a que vienen estos comentarios. Bueno, a los que somos un poquito mayorcitos, la frase “el dueño de la pelota”, nos lleva a revivir la infancia. La calle, fiel testigo de nuestras correrías, la mayor de las veces, se convertía en campo de juego. Época en que las calles no tenían los peligros que ahora existen. Por ahí, teníamos que espantar unas vacas lecheras con sus respectivos  terneros o quizás, correr a algún burro y a seguir jugando.

Ahí, aparece nuestro personaje, “el dueño de la pelota”, literalmente, el que, por suerte para él, para desgracia de los demás,  tenía la pelota, que podría ser de trapo (hecha con  medias en desuso, rellenada con trapos), de goma (generalmente, rayadas de dos colores, muy elástica, pero, como jugábamos descalzos, al término del partido, siempre teníamos el empeine colorado y dolorido), de cuero con tiento (Las primeras pelotas de cuero tenían una vejiga de goma vulcanizada con un pico alargado, para inflar. La vejiga desinflada, es colocada dentro del cuero, por una abertura, algo así de diez centímetros, con ojalillos, por donde pasaba el tiento o cordón de cuero, que cuando, la vejiga era inflada y el pico doblado y atado por un hilo resistente, se introducía dentro del cuero y cerrado con el tiento bien estirado), de cuero, la Superball número 3. La número cinco, era para los mayores (es la precursora de la actual pelota).

Antigua pelota de cuero

El dueño de la pelota, manejaba todas las prerrogativas a su favor: decidía si éste o aquél jugaba o no, elegía para su equipo los mejores jugadores, ni pensar que jugara de arquero, podía anular el gol del equipo contrario y si se enojaba, se llevaba la pelota y chau partido.

Existen varias anécdotas que demuestran la importancia de tener o no tener, la pelota: unos de los casos más resonantes se produjo en la final de la Primera Copa del Mundo, Uruguay 1930. Argentina, quería que el encuentro se jugara con pelota argentina, más liviana, en cambio, Uruguay, insistía que se jugara con la pelota uruguaya, más pesada. Con un fallo salomónico, y después de muchas polémicas, el referee del partido decidió, que el primer tiempo, se jugaba con la pelota argentina y con la pelota uruguaya, el segundo tiempo. De no creer, el primer tiempo Argentina, ganó 2 a 1, en cambio, en el segundo tiempo, Uruguay, con su pelota, dio vuelta el resultado, ganando a los argentinos por 4 a 2. Hasta ahora, sigue la duda al respecto del resultado, si se debió al cambio de la pelota o a la superioridad futbolística del equipo charrúa.

Nuestro fútbol, también tiene algunas perlitas que contar al respecto: Miguel Ángel Bestard, en su libro “80 Años de Fútbol en el Paraguay”, nos comenta que el primer encuentro realizado entre dos clubes paraguayos, se produjo el 25 de noviembre de 1903, entre “El Decano” Olimpia y Guaraní, el primero, fundado el 25 de julio de 1902 y el “Aborigen”, el 12 de octubre de 1903. Olimpia, salió al campo de juego con la casaca totalmente negra y la palabra Olimpia de color blanco en el pecho (que luego, sería reemplazada con la actual, blanca con franja negra), en cambio, Guaraní, salió con su tradicional casaca amarilla y negra. “Estando  el partido empatado, el referee, señor Carlos Sosa, cobra penal a favor de Guaraní…, el jugador de Olimpia Sila Godoy, tomó la pelota, que era de su propiedad, y no permitió que se ejecutara la sanción, dándose por terminado el partido con un empate”. Es el clásico “dueño de la pelota”.

Sigue contándonos Miguel Ángel Bestard, en su citado libro, que en el tercer campeonato paraguayo, que se realizó en 1909, se produjeron dos hechos insólitos, protagonizados por “la pelota”. En uno, jugaban Olimpia y Nacional, en un momento del partido con el marcador empatado, se reventó la pelota, y no habiendo otra (la obligación, era que cada equipo tenía que traer una pelota. Primero se jugaba con la pelota del club local, en éste caso Olimpia y si era necesario, se jugaba con el balón del club visitante, en la ocasión, Nacional), porque Nacional no había traído la suya, se dio por terminado el partido, declarando ganador a Olimpia, y en otro, jugaban el local, Atlántida con

Mbiguá, también se reventó la pelota, y al no tener el club Mbiguá, la suya, se dio los puntos en disputa a Atlántida.

Logo del Club Atlántida que hoy milita en la Cuarta División del fútbol paraguayo

Ya vemos, la importancia de ser “el dueño de la pelota”. Codiciada por todos, pero, son pocos los privilegiados de alcanzar dicho sueño, y muchos, los que las sufrimos. De nosotros depende en revertir ésta realidad, para vivir en un mudo con más equidad.

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