Glosas Patrióticas del Bicentenario Nacional del Paraguay

GilbertoRamírez Santacruz

La paradoja de la historia y la inexorabilidad del destino parecieran condenarnos a estar lejos de la patria amada, para conmemorar hoy los 200 años de aquél sueño de nuestros próceres que hizo que nos llamáramos República del Paraguay y a sus hijos, paraguayos.

Juan de Garay, desde el Paraguay, fundó al actual Buenos Aires

 La aspiración máxima de aquella gesta heroica, ideológicamente, que ahorró sangre en la lucha pero sin cejar un ápice en la firmeza de lograr la verdadera y definitiva libertad, “sin mudar de amo ni sólo  cambiar el yugo opresor”. Sin embargo, los próceres soñaron en una gran patria que fuera suficiente para contener a todos sus hijos y brindarle dignidad traducida en bienestar y orgulloso de su Independencia política y Soberanía económica, para forjar rápidamente un esplendoroso desarrollo social para la admiración de propios y extraños. Pero nunca pensaron los Próceres de mayo de 1811 que algún día caería en desgracia nuestra próspera nación, sufrir un exterminio tan generalizado de sus habitantes por invasores tan despiadados, nunca visto en la historia de la humanidad,  ni que serían condenados los escasos sobrevivientes y sus descendientes, desde la tragedia de 1870, a morder el polvo del destierro. Entonces, nosotros hoy, sin privarnos de la alegría y de la algarabía, conmemoramos el ejemplo de nuestros Próceres de la Independencia Nacional y celebramos el Bicentenario con la esperanza de que pronto nuestro Estado Paraguayo repare esta deuda histórica y nos ampare bajo la misma Constitución Nacional que cobija a los paraguayos de adentro, y nos devuelvan nuestros derechos cívicos como esperamos al final del Referéndum del 9 de octubre de 2011.

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Quién iba pensar que a más de 400 años, en la ciudad de Buenos Aires, refundada y reconstruida principalmente por  “los mancebos de la tierra” del Paraguay, sus lejanos descendientes de los siglos XX y XXI habitarían en cientos, miles y millones también ésta generosa nación surgida alrededor del puerto establecido por Pedro de Mendoza? Y aquí estamos, la colectividad latinoamericana más numerosa que habita la tierra argentina, la colectividad paraguaya que conmemora y celebra su Bicentenario de la Independencia, en el corazón  porteño de la Avenida de Mayo, con el apoyo de las autoridades nacionales tanto como del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, todos juntos, instituciones paraguayas, compatriotas y amigos en general, “enalzamos” los colores patrios para honrar aquella gesta de 1811 que nos diera la Independencia Nacional, para orgullo de todos los paraguayos y hermanos latinoamericanos.

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Nunca los paraguayos se sintieron extranjeros por estas tierras generosas. Llevamos en la sangre el pacto fraternal que heredamos como países hermanos surgidos de la misma matriz, de la misma esperanza y esfuerzo compartido para forjar una nación sobre el tremendo dolor que dejó la conquista y el heroísmo que legaron las naciones originarias en nuestro temple. Con mucho orgullo sentimos la consagración de la paraguaya Ana Díaz como primera madre porteña, esa mujer compatriota que acompañara a los fundadores de Buenos Aires, además de los criollos asuncenos y varios cientos de indios guaraníes, que dieron por obra la maravillosa y luminosa Buenos Aires, la Reina del Plata, la Santa María del Buen Ayre, que habitarían también los propios paraguayos a través de su historia y los vaivenes políticos  de su país. Pero aquel desinterés y generosidad mostrada por los verdaderos fundadores de Buenos Aires, ya que la primera fundación no había dejado rastros algunos, fue correspondido siempre por la hospitalidad y solidaridad de ésta Nación Argentina no sólo para nosotros, los paraguayos y latinoamericanos, sino para todos los hombres del mundo.

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La hermandad de nuestras naciones  latinoamericanas es mucha más profunda de los que muchos pretendieron y pretenden mostrarnos como extraños y diferentes, hemos estado siempre codo a codo como pueblos y como combatientes por la independencia y libertad de nuestros países. Ahí están los ejemplos de los paraguayos que se alistaron contra las invasiones inglesas, en dos contingencias de 500 voluntarios y soldados paraguayos que ofrecieron su vida por estas tierras maravillosas de los Querandíes y soñadores patriotas. Este gesto y gesta históricos de hermandad latinoamericana se honra con sendos monumentos, en honor a los combatientes paraguayos, en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos, Provincia de Buenos Aires. Y de estas contingencias provenían los héroes libertadores y de la Independencia de nuestras naciones, por citar algunos, al prócer Fulgencio Yegros y el libertador coronel José Félix Bogado, soldado sin par para los sueños americanos de José de San Martín.

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 La historia es un camino que viene de lejos para llegar a nosotros, a nuestro tiempo que algún distraído puede pensar que el pasado no tiene relación con el presente y menos con el futuro. Menudo dilema pero al destino más lejos, paradoja del sentido común, se llega con el primer paso. Así también nuestra historia comenzó y trajina su día a día con todas las adversidades pero también con el potencial de todos los sueños de ayer, hoy y mañana: De ver a la Patria Grande que por fin  recupere su gran familia de originarios y soñadores patriotas sentados en la misma mesa y en igualdad de condiciones y oportunidades. Por ese sueño y ese desafío muchos, a través de los siglos,  han regado su sangre y ha abonado la tierra de los sueños para que hoy podamos cosechar las primeras siembras de integración como pueblos y mutuos reconocimientos como hermanos y solidarios por siempre. La conmemoración y celebración de los Bicentenarios de Argentina y Paraguay han convocado y han respondido sus pueblos en forma espontánea y genuina, todos aquellos que llevan el fuego sagrado del patriotismo que sólo se avivan cuando realmente soplan los vientos que presagian peligro o cita de honor, como en éste caso, estamos convocados a renovar el compromiso legado por los próceres y hacedores de nuestra soberanía como nación y como Latinoamérica unida.

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 Después de la Revolución de los Comuneros del Paraguay, una verdadera cuna y primavera para la libertad de América, que nació en Paraguay y floreció luego también en todos los países con más o menos intensidad que en otros, más de 50 años antes de la de la Independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa, y 150 años antes de la Comuna de París, un hijo también del Paraguay, don Sanabria y Trejo, hermano de Hernandarias, primer gobernador criollo del Río de la Plata, fundó la Universidad de Córdoba que pronto daría una camada de criollos, como Moreno, Castelli, Monteagudo, el Deán Funes, el doctor Rodríguez de Francia, por citar algunos, todos embebidos en la fuente de los enciclopedistas franceses, mentores de aquella célebre Revolución de la Fraternidad, que una vez concluidos sus estudios llevaron el espíritu libertario a sus nacientes patrias. Cada uno a su manera y a su tiempo insuflaron ese fervor libertario en sus compatriotas y, aprovechando las invasiones napoleónicas en España y la abdicación de los Reyes, cristalizaron los anhelados sueños de cortar, definitivamente, la ya herrumbrada cadena de la Corona  hispánica.

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En todos los acontecimientos nuestros pueblos tuvieron siempre el protagonismo y la dignidad para legarnos el orgullo de llamarnos por nuestra nacionalidad pero sin chauvinismo, respetando como propia la nacionalidad del hermano latinoamericano, conciente y complacido de pertenecer a la misma hermandad de naciones. Sin embargo, hubieron trágicos y lamentables errores de los gobernantes a través de la historia, que se prestaron a las manipulaciones foráneas para atacar o no socorrer al hermano en situación de peligro. Fue el caso de los gobernantes, en nombre de sus países, no de sus pueblos que supieron distinguir las motivaciones perversas y se negaron a ser voluntarios o carne de cañón, que conformaron la Triple Alianza, para muchos y para nosotros en especial, la Triple Infamia, para aniquilar un modelo diferente de desarrollo como país y como modelo alternativo al paradigma reinante de entonces, cuando la Revolución Industrial y el capitalismo en auge eran vanguardia económica en el mundo, el Paraguay de Francia y los López, sin inversión extranjera ni deuda externa, lograron el máximo desarrollo económico y social entre los países sudamericanos.

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Al Paraguay no se le conoce en la historia ninguna política de expansión ni anexar tierras allende fronteras, que muchos países tuvieron y tienen algunos hasta hoy de conservar territorios obtenidos por medios bélicos o medios fácticos de ocupación, en cambio sufrió a través de su historia todo el desmembramiento y cercenamiento que pueda imaginar, teniendo en cuenta que por décadas tuvo su territorio limitado por el Océano Atlántico, Asunción, fue “Madre de Ciudades, amparo y reparo de la Conquista” en América, fue capital por siglos del Río de la Plata,  ya el doctor Francia fue el primer promotor de la Confederación Americana en 1814, el Paraguay fue garante y patrocinador de la unidad de la República Argentina como Nación, a través del Pacto de San José de Flores en 1859 y debido a la gestión personal del mariscal Francisco Solano López, quien también alguna vez paseó por esta misma Avenida de Mayo en anda como héroe y padre de la integración de la Confederación Argentina y el Gobierno de Buenos Aires.

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Los paraguayos como migrantes e inmigrantes hace más de 100 años que habitamos y engrandecemos esta generosa tierra argentina, entregando nuestros mejores esfuerzos como un gran pueblo trabajador que somos y recibiendo también siempre a cambio la acogedora hospitalidad y el goce de todos los derechos  consagrados por la Constitución Nacional para sus propios ciudadanos. Los oleajes políticos que sufrió el Paraguay a través de su historia fueron la causa de grandes desplazamientos y emigraciones hacia la Argentina, fundamentalmente después de la Guerra Grande de 1870, pero en grandes masas fueron durante la Revolución de 1947 y durante la dictadura de Stroessner. Asimismo, entre los inmigrantes trabajadores vinieron los mejores y más grandes creadores y personalidades del Paraguay, que tanto han aportado también a la cultura de éste país como al nuestro.

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Podemos mencionar al maestro José Asunción Flores, nada menos que el creador de nuestra inmortal Guarania, que llegó a esta ciudad trayendo de avío y ofrenda, con los buenos presagios y augurios del poeta Manuel Ortiz Guerrero, su inolvidable música ¡Buenos Aires, salud! Aquí Flores realizaría sus mejores composiciones y cerraría sus ojos sin cumplir su gran sueño de visitar Cerro Corá y componer una obra en homenaje al mariscal Francisco Solano López. También Félix Pérez Cardozo, trajo su memorable arpa y compuso no menos memorables obras, además de dar a conocer su legendario aporte con el tema Pájaro Campana, como Tetãgua SapukáiLos sesenta granaderos. También Herminio Giménez, produjo sus mejores obras en el exilio argentino, además de hacer docencia con sus grandes orquestas, compuso la incomparable canción Che trompo arasá que de alguna  manera el logo del Bicentenario lo homenajea al recordado maestro. También Mauricio Cardozo Ocampo, además de difundir su ya tradicional Galopera, compuso entre tantas obras inolvidables, la popular canción Chokokue kera yvoty. Y la lista de grandes músicos sería larguísimo, pero no podemos olvidar a Carlos Lara Bareiro, Prudencio Giménez, Aparicio de los Ríos, Emilio Bigi, Agustín Barboza, los hermanos Larramendia, entre otros.

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En cuanto a los creadores de las bellas letras, como decía el gran poeta nicaragüense Rubén Darío, tenemos a nuestro Premio Cervantes don Augusto Roa Bastos, que vivió y escribió gran parte de sus grandes obras en Buenos Aires, desde El trueno entre las hojas, Hijo de Hombre y Yo, el Supremo. También el gran Gabriel Casaccia, fundacional escritor de la literatura moderna en el Paraguay, que vivió más años en Buenos Aires que en su país y nos legó sus memorables novelas como Los exiliados, La Babosa y La Llaga. También poetas de la talla de Hérib Campos Cervera, escribió sus poemas de fuego y dolor del exilio, entre tantos, aquél Regresarán un día… También poeta de la talla de Elvio Romero que honró con su vida y su obra el sueño eterno de la patria liberada, volcando sus gotas de oro de la poesía en Los innombrables, Destierro y atardecer, Los valles imaginarios y el Libro de las migraciones. Sin olvidarnos tampoco de otros grandes creadores como Antonio Ortiz Mayans, Félix de Guarania, Zenón Bogado Rolón, Carlos Federico Abente, Andrés Guevara, Juan Sorazábal, para mencionar solo los más conocidos, que enaltecieron a nuestro país desde el exilio pero también honraron holgadamente a la generosidad argentina aportando sus mejores creaciones y su vida toda.

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Como olvidar tampoco a los legendarios deportistas que dejaron hazañas en el deporte y pedagogías de vida para las generaciones venideras por estas tierras también promisorias en talentos y jugadores admirados en el  mundo. Ahí están los insignes maestros del fútbol como expresión genuina y espectáculo artístico, “el paraguayo de oro” Arsenio Erico, el genial Delfín Benítez Cáceres, también insoslayables como Rogelio Delgado, Adolfino Cañete, Eugenio Morel, padre de nuestro Morel Rodríguez  del Albirrojo, Roberto Cabañas, Gabriel “el loco” González, Justo Villar entre otros. No nos olvidamos de él, él se merece un capítulo aparte, tanto por sus méritos deportivos como por su vocación solidaria, virtudes que coronan su atlética figura y humana estatura, claro que nos referimos al campeonísimo Gran José Luis Chilavert…que ha dejado el nombre de nuestro país en un sitial de respeto para muchos y casi altar de veneración para los hinchas de Vélez, y de aquellos que gustan del buen fútbol dentro de la cancha y códigos caballerescos fuera de ella.

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Pero hoy la Avenida de Mayo se viste de fiesta, sin perder la reflexión un instante sobre lo que significa el Bicentenario de la Independencia Nacional del Paraguay, entre cantos y danzas, demostraciones de la colorida y variada expresión de nuestra cultura, el deguste de nuestra comida típica y la evocación constante de la gesta heroica de nuestros Próceres, en las batallas de Paraguarí o Cerro Porteño y Tacuary, como antesala de la Declaración de Independencia de 1811.

La colectividad, con profundo sentido de pertenencia, participa ya sea a través de sus instituciones o como simple compatriota imbuido del sentimiento nacional y el sueño fraterno de compartir con todos este encuentro maravilloso. Bajo el auspicio de las autoridades nacionales y apoyo del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Bicentenario Nacional del Paraguay se viste de fiesta y renueva el compromiso de reeditar el espíritu y la realidad de los gobiernos paraguayos responsables, que se hicieran cargo de todos sus compatriotas dispersados por el mundo y cuyos sudores producen las remesas de dinero que constituyen el primer ingreso del país, más que sus exportaciones anuales de soja y de la misma electricidad de las dos represas más grandes de la región sudamericana.

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Después de mucho tiempo, pugnando por construir una institución que aunara a los centros paraguayos, se formó la Federación Paraguaya en la República Argentina (FEPARA), expresión genuina de las instituciones pioneras y más antiguas de la colectividad, que en poco tiempo esta llevando la transformación en sus asociados y la movilización por los intereses genuinos de la colectividad y de nuestro país todo. Despojados de todo sectarismo y partidismo, la fuerza política institucional reside en la participación activa de sus instituciones miembros, como podemos observar y disfrutar de este mismo encuentro, obra mancomunada de los centros con FEPARA y Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

 La práctica del conjunto como colectividad o unidad en el trabajo, la convivencia respetuosa y democrática, haciendo hincapié en la coincidencia y buscando siempre el consenso como método operativo. Podemos decir hoy, sin miedo a equivocarnos, que nuestra colectividad está ya encaminado a lograr la anhelada fuerza política institucional que siempre admiramos en otras colectividades, gracias al esfuerzo de unidad que repercute en forma directa en las instituciones y autoridades a cargo de nuestras necesidades, solicitudes y requerimientos, tanto dentro de la Argentina como en el Paraguay. Ejemplos resaltables son los programas de regularización migratoria denominada Patria Grande, a favor de todos los hermanos de países limítrofes, y la reciente creación de la Oficina Regional de Identificaciones por parte del gobierno paraguayo, para resolver el trámite de documentación en forma integral en Buenos Aires, sin necesidad ya de viajar o pedir los “costosos papeles” al Paraguay.

Muchos caminos quedan por transitar, pero hemos echado a andar todos juntos y mejor que llegar es no detener nunca la marcha. Los paraguayos hoy al tiempo de conmemorar y celebrar el Bicentenario Nacional, estamos marcando un hito dentro de la colectividad, superando una historia mezquina de enfrentamientos infructuosos, cizañas sembradas durante la larga y oprobiosa dictadura, cizañas arrancadas con muchos esfuerzos de todos y requirió varios años de la transición democrática..Pero hemos sacado en limpio la lección, todos los paraguayos de afuera o migrantes, de alguna manera, fuimos victimas de una injusticia que nos obligó dejar el terruño; una injusticia a veces encubierta en la perversa política económica cuando no en una abierta persecución política  o represión indiscriminada contra la población excluida del clientelismo político del dictador o gobierno de turno.

Por eso hoy, en medio de la celebración patriótica, no pedimos sino exigimos que no haya más paraguayos de adentro y de afuera, paraguayos de primera o de segunda sino paraguayos en igualdad de oportunidades, con los mismos derechos y obligaciones. Y no será virtud del Estado Paraguayo restituir los derechos cívicos conculcados a los que fuimos obligados a dejar la patria sino su obligación y razón de ser, porque un Estado, sinónimo de su gente, que no se hace cargo ni  responsable de su pueblo no merece llamarse Estado sino una Estructura para negocios de pocos sobre la miseria de muchos.

¡Viva el coraje del pueblo paraguayo de 1811!

¡Vivan las Heroicas Mujeres de 1811!

¡Vivan los Próceres de Mayo de 1811!

¡Viva el Bicentenario Nacional del Paraguay!

¡Viva la argentina! ¡Viva el Paraguay!

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