Rafael Luis Franco
Después de una semana de postergación, por lluvia, ya que la reunión estaba programada para el 22, se llevó adelante ayer domingo 29 el acto central del Bicentenario paraguayo en la Argentina. Y fue una fiesta, realmente una hermosa fiesta fue la reunión de ayer en la tradicional e histórica Avenida de Mayo, de la capital porteña.
Fui a recorrer las calles que gentilmente cedió el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para que nuestros compatriotas festejen y festejemos nuestro segundo centenario de república independiente. Calles adornadas con globos, banderas, más de 70 puestos que ofrecían productos artesanales y comidas típicas, en uno de ellos me di el gusto de saborear una muy bien preparada butifarra con mandioca que hacía tiempo no comía.
Se instalaron dos escenarios, uno no bastaba para que actúen tantos compatriotas, en los que desfilaron, al mismo tiempo, numerosos grupos musicales, de baile, recitadores, de teatro; que con su arte inundaron de guaranias, de polcas, de galopas, de arpegios y del dulce idioma guaraní, el cielo porteño. Y no faltaron los artistas argentinos que se prendieron con su arte folklórico; zambas y chacareras acompañaron esta brillante jornada dedicada a homenajear al Paraguay.
Va mi agradecimiento, como espectador, a todos aquellos que hicieron posible este encuentro de dos culturas, de dos pueblos que son hermanos no sólo por su geografía, sino también por su historia y su sangre. Y en primer lugar este agradecimiento va para el gobierno y autoridades argentinas que brindaron el espacio y la colaboración, y en segundo lugar para todos aquellos compatriotas que trabajaron, durante meses, en forma totalmente desinteresada para llevar adelante, en forma tan brillante, esta hermosa fiesta que culminó o cerró exitosamente este Bicentenario paraguayo en Buenos Aires; realmente se lucieron.
