Cumbre extraordinaria del Unasur

Un tibio documento final

Al finalizar, en un tibio documento final – cuyos seis puntos no cubrieron las expectativas generadas- defendió «la no injerencia en asuntos internos de los pueblos para garantizar la integración regional» y se pronunció por «la paz y la preservación de los recursos naturales». «El UNASUR promueve el diálogo, la cooperación, la confianza y la transparencia. También rechaza la presencia de grupos armados y el narcotráfico, por lo que decidimos construir un compromiso mutuo de defensa y de paz, rechazando el uso de la fuerza contra otro Estado». También se acordó convocar al Consejo de Defensa de Unasur para la primera quincena de septiembre para analizar la estrategia militar de Estados Unidos en la región.

La Cumbre, realizada el 28 de agosto en el Hotel LLao LLao ubicada a 30 Km. de la ciudad de Bariloche, fue abierta por la mandataria argentina Cristina Fernández de Kirchner, quien pidió buscar una doctrina uniforme con respecto a la instalación de bases militares foráneas y reforzar la unidad del bloque regional.

POSTURAS
«Uruguay aboga y rechaza históricamente, la existencia de bases militares extranjeras en nuestro territotorio, como tampoco deben existir en ninguno de los países de América del Sur», expresó Tabaré Vázquez, En ese marco, dijo que «desde siempre, Uruguay rechazó y seguirá rechazando la instalación de bases británicas en las islas Malvinas”.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, mantuvo su oposición al proyecto y vinculó directamente la instalación de bases militares estadounidenses en Colombia con la nueva estrategia de defensa norteamericana.

Rafael Correa, presidente pro témpore de la Unasur, expresó: “sería bueno, señor presidente Uribe, que nos remita el documento del acuerdo”. Por su parte, Evo Morales, repasó la nefasta historia de la presencia de EE.UU. en su país y manifestó su convicción de que «nuestra soberanía no está en venta, ni se alquila» y planteó que se firme un documento de rechazo a la instalación de bases militares extranjeras

Lula Da Silva advirtió que sería conveniente que los países ricos, en vez de querer combatir el narcotráfico dentro de las fronteras de otros Estados, lo hicieran dentro de sus propios límites. Fernando Lugo, afirmó que con la instalación de bases militares de EE.UU. en Colombia «está en juego la seguridad de nuestros países» y destacó la necesidad de que «ningún evento pueda poner en riesgo las democracias» de la región.

Alan García tuvo una postura menos radical respecto de su rechazo a la presencia de bases norteamericanas en la región y advirtió que si Colombia recibiera «radares esféricos y bombarderos invisibles», rechazaría de plano esa posibilidad, pero si en cambio obtuviera «equipos para ayuda civil y pacífica», lo aprobaría. Michelle Bachelet, expuso la necesidad de «adoptar un tratamiento integral» del tema de la seguridad en América Latina, así como una «mayor cooperación y transparencia» en los acuerdos que se firman con otras naciones.

Por su parte, Álvaro Uribe aseguró que la instalación de bases norteamericanas es en defensa de la democracia de su país y no implica «ceder soberanía”, sino que se rige por la idea de “integración” entre Estados. Y afirmó que “EE.UU. nos dio una ayuda práctica. Colombia, que ha sufrido inmensamente el flagelo del terrorismo, recibe expresiones de pésames y solidaridad, pero pocas veces la cooperación práctica», Aclaró que la ayuda es «práctica y eficaz» y que «esa eficacia es lo que estamos dispuestos a examinar con ustedes en esta reunión de hoy de Unasur». Especificó, además, que el artículo 3 del acuerdo entre su país y el país del norte establece que «no se puede utilizar (lo convenido) para la intervención en asuntos internos de un Estado».

Los mandatarios presentes fueron, además de la anfitriona, Tabaré Vázquez (Uruguay), Rafael Correa (Ecuador), Michelle Bachelet (Chile), Álvaro Uribe (Colombia), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Fernando Lugo (Paraguay), Alan García (Perú), Bahrrat Jagdeo (Guyana), y Ronald Venetiaan (Surinam).

Durante la cumbre, Bariloche fue una ciudad blindada donde más de 3000 efectivos de seguridad custodiaron el lugar.
El desarrollo de los debates fue transmitido en vivo y en directo –y sin restricción alguna- por los medios de comunicación.

NO SE TRATÓ EL ARMAMENTISMOFernando Lugo, Álvaro Uribe y, alfono, Evo Morales
Aunque Lugo manifestó su fuerte oposición a una carrera armamentista en Latinoamérica, el tema no fue incluido para su tratamiento en la agenda del Unasur, debido a que eje central de la Cumbre era analizar el acuerdo colombiano-norteamericana. La idea del gobierno paraguayo era poner a consideración de la Cumbre la hipótesis de conflicto y el armamentismo en la región.

Bolivia adquirió armamentos por valor de 100 millones de dólares, con el objetivo de dotar a su ejército ubicado en las cercanías del Chaco Paraguayo. Venezuela, en los últimos años invirtió más de 4 mil millones de dólares. Chile invierte tradicionalmente en sus fuerzas armadas porque, según su Constitución, el 10% de los ingresos en divisas por las ventas de cobre corresponden a los militares. Colombia, recibe de los Estados Unidos desde el año 2000, dos mil millones de dólares anuales para el combate contra la narcoguerrilla.
Brasil, concentra en números redondos, la mitad de las fuerzas militares de Sudamérica posee una vigorosa industria bélica y, hace poco, firmó con Francia un convenio de “Asociación Estratégica”, por US$ 8500 millones por el cual Brasil compra 51 helicópteros de transporte y cuatros submarinos convencionales, entre otras armas. Además, Francia exportará los suministros para la construcción de un submarino de propulsión nuclear para 2020, que sería el primero de su tipo en América del Sur.
Argentina reingresó en el mercado de compra de armas, después de más de diez años, lapso en que las hipótesis de conflicto se han convertido realmente en hipotéticas. Sus gastos militares en 2008 fueron el equivalente a 0,81% de su producto bruto interno (PBI). El coeficiente es la mitad del de Brasil y tres veces menos que el de Chile. Nuestro país no publica sus datos.

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