Recuérdeme la fecha, plis

Gustavo Laterza Rivarola

 

Por Gustavo Laterza Rivarola (*) – glaterza@abc.com.py

 

Desde que algunos de los miles de burócratas que pululan en las oficinas de las NN.UU. se les ocurrió entretenerse dibujando un calendario anual con fechas dedicadas, hace poco marcaron el primero de marzo como “Día de la cero discriminación”.

A la bobada, bastante difundida hoy, de emplear “cero” como vocablo enfatizador, se sumó otra: la de fijar dos o más fechas para un mismo asunto. Para ese tema, desde 1966, las NN.UU. tenían atribuido el 21 de marzo como “Día internacional de la eliminación de la discriminación racial”. Hubiese bastado con eliminar “racial”.

Imagen: amambay.com.py
Imagen: amambay.com.py

Aquí acabamos de conmemorar el “Día de la mujer paraguaya”, seguido muy pronto por el “Día internacional de la mujer”. A lo largo del año habrá más “días de la mujer” con otros agregados. Luego, ambos asuntos se trenzan automáticamente, porque el feminismo considera a la mujer la primera y principal discriminada.

Hasta hace poco, era común concebir a la mujer como un ser humano incompleto. Creían esto y lo afirmaban pensadores inteligentes, como Aristóteles, San Pablo, Averroes, Tomás de Aquino, Schopenhauer, Freud y varios más. Algunos, como Wilde, más atrevidos, hablaron de “sexo decorativo”. La idea rondaba alrededor de algo que no acabó de hacerse, como una mano de cuatro dedos.

De igual modo, a los homosexuales y a los zurdos se los trataba como enfermos. Durante bastante tiempo se creyó que los epilépticos y los esquizofrénicos padecían de posesión diabólica. Durante siglos, a los negros africanos no se les reconoció plenamente el carácter de humanos. Hace pocos días, en Nicaragua prendieron fuego a una mujer “endemoniada”.

En la actualidad, en las culturas líderes, estos males se van corrigiendo; la balanza de la equidad va moviéndose; pero, a veces, el fiel no permanece en el centro sino que se pasa. Más claramente: ahora resulta que haber sido discriminado alguna vez, o estarlo, o creerse tal, o simular estar siéndolo, puede convertirse en una potente catapulta para conseguir ventajas especiales. El secreto radica en victimizarse y lograr convencer.

La condición de negro, mujer, oriental, indígena, madre soltera, persona pobre, joven, anciano, refugiado, etc., etc., va tornándose idónea para exigir ventajas especiales. A menudo ridículas, como las protestas porque ciertos premios internacionales no se otorgan en igual medida a mujeres, negros o extranjeros, por ejemplo. Son los que quieren que haya un premio Nobel y un Óscar para cada sector, repartiéndose, como los puestos en una lista electoral, con el sistema D’Hont.

Los que chillan cuando no reciben uno de estos galardones alegan ser víctimas de discriminación. No se les ocurre pensar, simplemente, que no los merecían. Algunas activistas llegan al extremo de pretender que todo se divida por mitad entre los sexos, obviando méritos, antigüedad, finalidades, necesidades; que no exista otra regla superior al “uno a uno”.

Continúo cuestionando si las fechas conmemorativas sirven para algo realmente; algo más que recordar, de vez en cuando, que hay necesidades, desigualdades naturales e injusticias en el mundo. En estos días, las mujeres se felicitan entre sí por wasap y se dedican frases e imágenes alusivas. Algunos varones también se suman a la fiesta con piropos, haciendo que la fecha luzca como una especie de alegre cumpleaños genérico. ¿Cuánto falta para que la máquina comercial perciba la potencialidad de estas fechas para incrementar el negocio de obsequios alusivos?.

Prefiero suponer que hay maneras más prácticas de revertir la discriminación real. Con el calendario de la NN.UU. pasará seguramente lo del santoral católico, que se atiborró de santos y santas, de vírgenes, beatos y siervos del Señor, que se volvió inmanejable y nadie ya los utiliza ni para escoger nombres para sus bebés.

Entretanto, la autovictimización está obteniendo éxito en tanto táctica utilitaria eficaz. Yendo por este camino, muy pronto las verdaderas víctimas se nos perderán de vista y no habrá calendario que lo impida. Entonces comenzará el reinado de los oportunistas. Si es que ya no estamos en él.

(*) abc.com.py (glaterza@abc.com.py)

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