El crecimiento económico paraguayo evaluado en términos cualitativos

Ernesto Rodríguez Carámbula (*)

 Paraguay representa apenas el 0,46% del PIB latinoamericano y posee una población de menos de 7 millones de habitantes. La última tasa de crecimiento negativo en su PIB fue registrada en el año 2012

Es decir, Paraguay puede cerrar este año logrando un lustro de continuos crecimientos anuales en su PBI. Este crecimiento fue dinamizado, sin duda, por elementos como las exportaciones de productos agropecuarios -liderados por la soja-, la ganadería y la energía eléctrica de las centrales hidroeléctricas Itaipú y Yacyretá.

A pesar de este crecimiento económico, la desigualdad sigue estando entre las más altas del continente y el porcentaje de pobres en el país continúa siendo inadmisible (22,2%). De cada cinco paraguayos uno aún se encuentra en situación de pobreza. Para ellos, queda un largo camino por recorrer. Un camino que implique políticas económicas capaces de propiciar un crecimiento en sectores que absorban más mano de obra, que aumenten la inversión en educación y salud para potenciar el factor humano y que fortalezcan la protección social a los más vulnerables.

En este sentido, existe un consenso en que para reducir la pobreza son necesarias políticas que incorporen a los pobres como beneficiarios del crecimiento económico y que coadyuven a reducir la desigualdad.

Según Bourguignon, la reducción de la pobreza está determinada tanto  por la tasa de crecimiento como por los cambios en la distribución del ingreso. Un incremento del ingreso puede reducir la pobreza si se mantiene constante la distribución del mismo, ya que individuos próximos a la línea de pobreza pueden superarla. Una disminución en la desigualdad también puede reducir la pobreza aunque el ingreso no varíe. En este caso, una “transferencia” de ingresos permite que una persona cercana a la línea de pobreza pueda superarla. De la misma forma, un crecimiento que eleve el ingreso de los pobres proporcionalmente más que el de los no pobres tiende a disminuir la desigualdad potenciando sus efectos positivos sobre la reducción en los niveles de pobreza

(*) Ernesto Rodríguez Carámbula – Master en Economía por EL COLEGIO DE MEXICO, Master en Economía Aplicada y candidato a Doctor por la Universidad Autónoma de Barcelona.

 http://www.alainet.org/es/articulo/18650

 

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