Cuando la lengua se convierte en la barrera para integrarse

En Comodoro Rivadavia, Provincia del Chubut, Argentina, viven alrededor de 1.200 paraguayos que llegaron en busca de un mejor porvenir. Mantienen sus costumbres, entre ellas la de mezclar el castellano con términos en guaraní.

Cada viernes la Cátedra Libre de Pueblos Originarios brinda clases de Guaraní para quienes quieren aprender ese idioma precolombino. Muchos de ellos son docentes que buscan ayudar a sus alumnos
Cada viernes la Cátedra Libre de Pueblos Originarios brinda clases de Guaraní para quienes quieren aprender ese idioma precolombino. Muchos de ellos son docentes que buscan ayudar a sus alumnos

Sin embargo, para aquellos niños que crecieron hablando y escuchando sólo esa última lengua, el idioma termina siendo una limitación para insertarse en las escuelas. Para tratar de derribar esa barrera, hay docentes que buscan aprender guaraní para guiar a esos chicos en el aprendizaje del español. También existen talleres, como los que se dictan en el barrio 30 de Octubre, para que esos niños y adolescentes adquieran destrezas bilingües.

En Comodoro Rivadavia viven más de 1.200 inmigrantes paraguayos, según los datos que arrojó el último censo nacional realizado en 2010. Es la segunda corriente de mayor flujo migratorio que ha atraído esta ciudad durante los últimos años, luego de la comunidad boliviana. Así lo revela la Dirección Nacional de Migraciones.

La mayoría de los inmigrantes paraguayos habla guaraní y algo de español, como indican los datos oficiales de ese país, que afirman que el 57 por ciento de su población sólo se comunica en esa lengua precolombina, la cual utilizan en instituciones, establecimientos educativos y en general en la vida social de Paraguay.

Por esa razón, su desarraigo y llegada a estas tierras sureñas de cerros altos y mar infinito, obligó a pensar estrategias para alfabetizar a los niños inmigrantes. También a quienes nacieron en este país en el núcleo de una familia paraguaya y hablan sólo esa lengua, lo que les impide insertarse en forma adecuada dentro del sistema educativo argentino.

Una de ellas es la propuesta que impulsa la Cátedra Libre de Pueblos Originarios, junto a la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y la Municipalidad. Se trata del taller bilingüe guaraní-español que se realiza en el marco del programa de alfabetización “Aprendamos Juntos”, el cual también instruye a quienes teniendo el español como lengua materna quieren aprender a leer y escribir en castellano, una necesidad aún latente a comienzos del siglo XXI.

APRENDER DESDE LA LENGUA MATERNA – Susana González, docente y secretaria de Cultura de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, es una de las profesionales que impulsó el proyecto. Según contó, su aplicación “tiene que ver con la necesidad de muchos niños y adolescentes, y también de sus padres. Gente que ha venido del noreste argentino, Paraguay y Bolivia. Hablan guaraní y parte de español”.

“En los chicos esto hace que fracasen en la escuela y les resulte sumamente difícil aprender. Pero también entre toda esa población hay muchos hombres que están trabajando en albañilería; madres que ayudan a sus hijos a realizar las tareas; gente mayor que cuando fueron niños no pudieron ir a la escuela. Entonces ya no hablamos de una oportunidad, sino de un derecho de aprender herramientas básicas”, consideró en diálogo con Diario Patagónico.

La propuesta del taller bilingüe comenzó a gestarse en 2014, presentada por Sonia Ivanoff, referente de la Cátedra Libre de Pueblos Originarios. Ella realizó el pedido tras la experiencia que la cátedra tuvo en la Universidad donde se realiza un curso de nivel básico de guaraní.

“Acá hay muchos hombres solos; yeseros, albañiles, pero también familias que vienen del ámbito rural, donde el guaraní es la lengua base. Entonces tenemos que preguntarnos ¿qué pasa con esos niños? ¿Las escuelas están preparadas? La respuesta es no. Esto provoca fracasos escolares, incertidumbre y también desarraigo y descontento porque los niños en algunos casos tienen que volver a emigrar, quedarse con sus abuelos, y esto tiene otro tipo de consecuencias”, explicó sobre la problemática.

“También impacta porque en los niños es más simpático, pero en los más grandes ha generado situaciones de conflictividad. Les dicen ‘bolita’, ‘paragua’; gastadas. Los adolescentes hacen bromas con las diferencias negativas”, remarcó Ivanoff, hija y nieta de padre y abuela paraguaya, quien además estudió en la Universidad Católica de Asunción, lo que le permite conocer más de cerca el idioma y la temática.

Para la puesta en funcionamiento del taller se realizaron contactos con el Ministerio de Educación de Paraguay y en agosto se suscribió un convenio. El mismo propició la llegada de Miguel Angel Verón, miembro de la Academia Nacional del Idioma Guaraní en Paraguay y el compromiso para el envío de material bibliográfico y un sistema tutorial. Es que la idea es que la enseñanza sea a través de la lengua materna y no a través del español, como sucede con el curso para aprender guaraní.

Luego, entre las partes acordaron que era momento de realizar una prueba piloto. Para ello primero se analizó cuál era la zona de la ciudad con mayor población de migración en ese país. El resultado fue el sector conocido como “el barrio de los paraguayos”, donde hay una multiculturalidad de nacionalidades y que lo llevó a ser rebautizado como barrio “Las Américas”, una definición más cercana a su realidad y menos prejuiciosa.

Por su proximidad y nexo con el barrio 30 de Octubre, en segundo lugar se decidió realizar una reunión con la directora del CPB (Centro de Promoción Barrial) de ese barrio, además de un trabajo casa por casa para hablar con los potenciales interesados, quienes se comprometieron a asistir a los encuentros.

De esa forma hace dos sábados, en el mismo CPB, comenzó la cursada del taller, dictado por la ingeniera en Agronomía Elida Bordón Suárez y la estudiante de Geología, Bernardina Amarilla, quienes son oriundas de Paraguay y manejan con fluidez esta lengua que también tiene arraigo en el norte de Argentina y Brasil.

COLABORAR CON LA EDUCACION – Elida tiene 28 años, es ingeniera en Agronomía y desde hace ochos meses se encuentra en Comodoro Rivadavia, proveniente de Salto del Guaira, una ciudad del noroeste paraguayo que se encuentra a seis kilómetros de la frontera con Brasil.

Según comentó, “el problema de los niños es grave. Sé de algunos casos que han llevado a la deserción escolar. Realmente me preocupa porque están en una etapa que es la más importante, los primeros pasos del aprendizaje. Hay niños de cuatro y cinco años que sólo son hablantes del guaraní y se encuentran con un país que habla castellano”, explicó al analizar la problemática.

Elida llegó a Comodoro para acompañar a su marido, que en la actualidad trabaja como supervisor en una empresa que brinda servicios petroleros y de construcción, pero también para cursar la Maestría en Ciencias Hídricas en la Universidad, lugar donde conoció de cerca esta problemática y se comprometió a ayudar a sus compatriotas, sabiendo lo que significa emigrar.

“En Paraguay nosotros somos un país bilingüe. Está oficializado el guaraní y el español. Toda la enseñanza se aprende en los dos idiomas y en todas las instituciones se usa. Es tan común como el castellano, está incluido en todos los niveles del aprendizaje, pero acá no se usa y eso les dificulta las cosas”, contó.

“Los chicos tienen ganas de aprender, son alegres, socializan, pero está la dificultad cuando pasa esto de la comunicación verbal”, lamenta. Y argumenta que no es un problema de razonamiento sino más bien del idioma lo que dificulta el aprendizaje.

Elida, al igual que Sonia y Susana, saben que no será tarea sencilla. Sin embargo, la esperanza es poder ayudar a estos inmigrantes, pero también a los argentinos del norte y a los bolivianos que pasan por una situación similar al hablar guaraní o quechua.

“Nosotros vamos a trabajar dependiendo del caso particular que presente cada niño, cada joven. Estamos teniendo en cuenta que no todos los casos van a ser singulares o iguales. Algunos tendrán dificultad en matemáticas, ortografía, literatura. Nos adaptaremos a la situación”, explicó Elida. Y destacó “el empeño de los profesores argentinos”, quienes demuestran a diario su buena voluntad y sus ganas de ayudarlos, entendiendo -como dijo Susana González- que alfabetizarse ya no es una oportunidad, sino un derecho.

elpatagónico.net

 

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