«Queremos llenar el país de autos 0 Km «

 

Fueron las palabras de Gustavo Leite, titular de Industria y Comercio : la noticia fue publicada en el portal del Ministerio de Industria y Comercio de la siguiente manera:

“El auto 0 km para las familias paraguayas”

En una alianza con el sector privado, en la explanada del Palacio de Gobierno, el presidente de la República, Horacio Cartes, se lanzó oficialmente la campaña “Auto Familiar” 

Horacio Cartes y Gustavo Leite,

Son ocho marcas en total que estarán a disposición de la población a partir ya de mañana en las oficinas de Reimpex, para su marca JAC. También se unieron a este proyecto las concesionarias AM Reguera y Chacomer y de Ford, General Motors. Las marcas Fiat, Renault y Volkswagen”

El acuerdo establece que los interesados pueden adquirir los vehículos en un plazo de 60 meses, en cuotas de G. 990.000, con un 8,5% de interés, previa entrega de G. 2.500.000 y cinco refuerzos de G. 1.500.000

Al respecto, Brigitte Colmán, la columnista del diario Ultima Hora de Asunción escribió hoy lo siguiente:

Un auto no es sinónimo de progreso

Como un hecho sin precedentes calificaron funcionarios del Gobierno al acuerdo firmado entre el Ministerio de Industria y Comercio, el Banco Nacional de Fomento y empresas representantes de autos importados, que permitiría comprar un 0 km, a tan solo 9.400 dólares, unos 50.000.000 de guaraníes.

Casi todo el mundo alabó y se congratuló con la noticia. Después de todo, este todavía es un país donde uno de los grandes sueños de la gente es tener «para su auto…». Y no es solo porque el transporte público es un asco, es algo más, es una cuestión de aspiración personal, de realización, es como tener una comprobación de que todo va bien en la vida.

Claro que también hay gente que de verdad no puede prescindir de un vehículo: familias que necesitan un auto para movilizarse, o gente que viene desde muy lejos para trabajar en la capital, y no hay que olvidar que el pésimo transporte público obliga a cientos a comprar aunque sea una moto.

Pero en esencia, un auto es un transporte individualista, y nosotros vivimos en una sociedad bastante egoistona. Eso de que somos cálidos, solidarios y cordiales es puro cuento. Nuestro modelo de progreso, fíjense bien, es tener un auto, y de ser posible uno supergrande. ¿Para qué? Alguna vez se te ocurrió acercarle al vecino hasta la parada del ómnibus? ¿O a tu compañero de trabajo? ¿Tenés idea de lo que es caminar bajo la lluvia para ir a esperar el colectivo? Los peatones sí saben, y saben tener paciencia además para cruzar la calle, porque los automovilistas los ignoran, no les ceden el paso en el paso peatonal y encima de todo les encanta salpicar al prójimo con el agua sucia de los raudales.

Un auto no es sinónimo de progreso. Es solamente una manera más de levantar muros entre nosotros. Esto, sin mencionar el infierno que vivimos a diario en las calles de la capital y las ciudades del área metropolitana donde no se puede circular de tantos vehículos, precisamente.

Podríamos hablar de progreso si tuviéramos un transporte público eficiente y seguro. Un sistema que nos permitiera movilizarnos colectivamente sin contaminar tanto y sin el colapso cotidiano en las calles.

En un mundo ideal disfrutaríamos de viajar en cómodos, limpios y baratos transportes que nos llevaran al trabajo, que pudiéramos usar también durante la noche y toda la madrugada; y reservar el auto para el fin de semana para salir de paseo.

En ese país ideal habría líneas de tranvía y trenes y ciclovías, y quizá podríamos soñar también con gobiernos que en vez de ofrecer créditos baratos para comprar autos, nos dieran a todos salud, educación, seguridad y un transporte público digno.

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