«Py’águapy ha tory kakuaá ñandéve guarã… (Ñamoirúke Niño Jesús pe hi’árape)»

«Sosiego y alegría para todos nosotros: acompañemos al Niño Luz en su día». 

nino-luz-bTodo  nacimiento, supone e implica un sino y un signo. El del ‘Ñiño Luz’ nacido en un establo tuvo el sino que cumplió con creces; también el signo de su espíritu que hasta hoy aún marca nuestra existencia.

A pocos días de nacer se salvó de la furia de Herodes, recibió la visita de los Reyes Magos del Oriente, maravilló a los doctores del templo de Jerusalén, fue bautizado por Juan el Bautista, predicó a multitudes el bien y el amor al prójimo, estuvo en el desierto donde ayunó durante 40 días y resistió a todas las tentaciones, entró triunfalmente en Jerusalén entre palmas para finalmente ser cruelmente crucificado, para redimir nuestras faltas.

Fue cuando nos mostró el camino de la resurrección, la vida, la fe inconmovible y la esperanza eterna, al igual que su advenimiento nos dio alegría.

 Que su Luz nos siga acompañando siempre…

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