La cucaracha es uno de los seres vivos –junto al ratón y al ser humano- que por su resistencia, adaptación y maleabilidad, perdura en el planeta a través de los siglos. Pero, por esas ingratitudes que a veces caracteriza al hombre, no se le ha destinado un día específico para festejar su permanencia en la tierra y su continua presencia en los hogares haciendo una oculta compañía a sus habitantes.
Pero siempre existe un justiciero que quiere reparar -tarde o temprano- la injusticia inferida. Y esa persona es Roberto Sánchez, el líder del oeste, que instituyó oficialmente el 12 de julio como “Día de la cucaracha”, en coincidencia con la fecha de su cumpleaños Nº 60 y la fecha de su jubilación (que ya está cobrando).
Entonces puso las manos a la obra: organizó una gran fiesta gran el 12 de julio para celebrar el triple acontecimiento, que se realizó en el Club La Embajada de Merlo del cual es uno de sus fundadores. E invitó a sus amigos, parientes y familiares (algunos vinieron especialmente desde Asunción, Paraguay) para que le acompañen ese fausto día. Aproximadamente 120 personas observaron el video de las distintas etapa de la vida del cumpleañero y posteriormente disfrutaron a mansalva de los sabrosos manjares servidos con una muy bien provista bodega. Una de las tortas devoradas, contenía la imagen en colores del “organizador” pero que, egoístamente, no lo repartió.
Dicho sea muy de paso, el novel jubilado lució un impecable traje negro con chaleco -alquilado por supuesto- una camisa gris tirando a negro y una coqueta corbata celeste con líneas cruzadas bicolor rosa y blanca.
Para animar la velada contrató a un imitador de Sandro, su artista predilecto y admirado, como así también al afamado grupo musical Cristal de Tobatí y como maestro de ceremonia, al ingüeroviable Roque Centurión Miranda quienes hicieron las delicias de los concurrentes.
Fue una jornada fabulosa, con muy buena onda, de afecto, amistad y compañerismo en la que el anfitrión e invitados estuvieron más contentos que criatura con juguete nuevo. Pero –objetivamente hablando- lo realmente rescatable fue que ¡por fin! la cucaracha tiene su día.
Dejemos que las fotos hablen por sí mismas:
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